[PRE-NOTES] "El ímpetu de la batalla es a menudo una potente y letal adicción, pues la guerra es una droga" -Chris Hedges [/PRE-NOTES] Desde lo alto de aquel edifico, él pudo observar como las calles parecían haberse convertido en un verdadero infierno; todas las salidas estaban bloqueadas, el SWAT había llegado fuertemente armada a la entrada del edificio, en su búsqueda, listos para enfrentar una guerra a la que ya se le había puesto fin. Alzando la vista, Anon pude sentir como un último copo de nieve caía por última vez en su rostro, dando fin a todo este tormento. Soltó el dedo del gatillo… y todo había acabo. Para que todo esto tenga un mínimo de sentido, es necesario retroceder en el pasado a estos acontecimientos, en el momento que desencadeno toda este dolor, toda este conflicto. En aquel entonces; en medio de la carretera y con pase firme, Anon apenas sabía que dia era, había perdido el sentido del tiempo desde hace mucho tiempo, pensando tal ves que lo recuperaría algún dia después de la guerra junto con su normalidad, pero aún no había ocurrido; y tampoco importaba, pues sabía dónde se encontraba y sabía cuál era su destino. A unos veinte o treinta pasos más adelante, lograría encontrar su objetivo, una pequeña y típica casa de campo alejada de la ciudad rodeada por un cerco semi-blanco que le llegaba a la altura de la cintura; parecía haber tenido días mejores, pero tampoco se encontraba en ruinas, alguien vivía en su interior y parecía conservarla con cariño. Antes si quiera de abrir la pequeña puerta del cerco, Anon se examinaría rápidamente, se limpiaría rápidamente el barro de sus botas militares, algo de polvo de sus pantalón de mezclilla y restos de comida y ceniza de su chaqueta militar; luego tocaría su cara y notaria que su barba seguía desaliñada, como siempre, pero aun así estaba mediamente limpia, al menos lo suficiente para parecer "Presentable". Acomodaría su bolso militar que tenía en el hombro, y pasaría por fin a través de la puerta del cerco, acercándose a la puerta principal del hogar, tocando el timbre, esperando a quien habitaba en su interior, pensando cuales serían las mejores palabras para iniciar. Para bien o para mal, sus pensamientos se difuminarían en el momento en el que la puerta se abriría parcial y lentamente, haciendo sonar sus bisagras. Entre la oscuridad, se podía divisar un par de ojos juzgadores. —¿Quién es usted? ¿Qué hace usted aquí? —Peguntaría una voz femenina detrás de la puerta. —¿Es usted la señora Clinton? —Ese es… era el apellido de mi esposo… —Respondería abriendo totalmente la puerta, dejando mostrar a una mujer humana, con el ceño fruncido y con unos ojos que parecían haber llorado por más tiempo del debido— ¿Qué pasa, lo han vuelto a condecorar? —No señora… mire —En ese momento Anon sacaría unas cuantas fotos de uno de sus bolsillo— He sido… colega de Anthony, mire, ahí estamos los dos, junto con Jackson, Smith y… T-Rock… ese era su apodo, nunca supe su verdadero nombre o porque lo llamaban así… — Diría señalando a un soldado dinosaurio quien cargaba una escopeta— Como sea, su esposo me pidió que le diera esto en caso de que… bueno… usted comprende. De otro de otro de sus bolsillos, Anon sacaría una carta, algo arrugada, pero que sorprendería al instante a la señora que se encontraba frente a él, por un momento la señora dudaría en si aceptar o no la carta, pero algo dentro de ella, evidente en su rostro hiso que lo agarrara casi al instante, quitándoselo de su manos del ex-militar. —Yo… solo he venido a cumplir con… la última… voluntad de su esposo… —Diría un tanto incómodo y sin saber que más decir, había recorrido un largo camino, pero nunca supo cómo tenía que actuar cuando llegara ¬el momento— Léalo cuando usted crea conveniente, yo… me tengo que ir. —¡Espere! —Diría deteniendo de golpe al ex-militar, quien ya se estaba por retirar —Yo… ¿Le puedo hacer unas preguntas?, nadie me ha querido decir la verdad… —Señora yo… —Por favor, se lo suplico… quiero saber que paso allí, señor…. —Diría cabizbaja, denotando clara tristeza. — Anon… Anon Y. Mous, y está bien… puedo hacer eso. — Con esa respuesta la mujer levantaría su rostro, mostrando una débil sonrisa, invitando al exmilitar a ingresar a su hogar. El interior de la casa era tal y como podrías desde afuera, un lugar viejo, pero conservado, no muy grande y con una ligera capa de polvo que parecía cubrir la mayoría de las cosas. Una vez en la cocina, Anon se sentaría en una silla de madera frente a una pequeña mesa del mismo material y la preguntas y respuestas comenzarían, todas estaban relacionadas de una u otra forma de la guerra, cada pregunta no hacía más atraer un recuerdo desagradable en la mente Anon, preguntas a las que respondió de la mejor manera posible, sin entrar a tantos detalles. La última pregunta, las más importante y difícil de responder: "¿Cómo murió Anthony?" Fue la más y menos esperada al mismo tiempo, todas las preguntas anteriores no eran más que una antesala, una excusa para llegar ante esta. ¿Cómo había muerto?, Anon lo sabía, lo había visto después de todo, él fue quien lo cargo una vez que su cuerpo abandono su último aliento, él lo recordaba como si hubiera sido ayer… entonces… ¿Por qué le costaba tanto responder? ¿Porque cada vez que la pregunta revotaba en su cabeza, no hacía más que sentir nauseas, miedo, ira y tristeza?, todo al mismo tiempo Para su mal, él sabía el porqué, la culpa.