Resumen: Recordar cosas que quieres olvidar, no es mas que una tortura… Supongo que aún recuerdo cuando era más simple. Jugar con mi abuelo, aunque para él era algo similar a un entrenamiento militar, para mí eran solo juegos y diversión: Correr, saltar, practicar defensa personal… cosas que no se debería enseñar a un niño de 9 años. Lo admiraba en cierto sentido, tanto como un nieto puede admirar a alguien que fue un veterano de guerra; peleó, sobrevivió, y ahora me contaba historias de sus "aventuras", aunque quizás ahora comprendo por qué mis padres siempre lo regañaban. Me contaba cosas tales como: estrategias de asalto, la forma de despellejar correctamente a sus enemigos y usar sus pieles… Dios… Ahora que lo pienso, quizás mi abuelo no era alguien que pudiese ser tomado como ejemplo de un “buen tipo”. De todas formas, su afecto, aunque era extraño, no podía negarse… creo. Aún recuerdo cómo después de correr algunas vueltas por su jardín me llevaba a comprar helados; o cuando me daba su mejor sopa luego de dañar mis puños al golpear el viejo árbol que preparo para mi; o las veces que me lastimaba con mis propias garras al afilarlas. Me vendaba y tranquilizaba en cada ocasión, diciendo cosas como: "Si sangras, es que aún estás vivo, deja tu berrinche y disfruta antes de que te de una verdadera razón para llorar". Recuerdo también los modelos de las armas que él solía utilizar en la guerra. Sus compañeras en tiempos de "movimiento". Solía decir que me enseñaría a utilizarlas cuando cumpliera los diez años… Jesús-raptor. Ojalá no hubiera pasado tan rápido el tiempo. Si tan solo, ese día hubiera sido diferente… Estábamos en el patio del abuelo. Había ido a visitarlo por mi cumpleaños, y él, para hacer más didácticas sus historias, sacó un viejo baúl lleno de cosas que él mismo dejó claro, no debería conservar. Una de ellas era un abrigo raro, verde con escamas y medallas en el pecho. ¿Era un regalo feo que le dieron en el ejército? Me gustaría seguir sin saberlo ahora. En ese tiempo fui un niño curioso, y mientras él distraía a todos contando algunas de sus experiencias pasadas, me puse a hurgar en el viejo baúl buscando algo que me entretenga. Era un niño inocente. Saqué lo que me parecía una pelota rara, de color verde bastante vieja, e intenté saber lo que era. Mis padres no tardaron en alarmarse, pero por error mientras intentan arrojarla por precaución, le quité la anilleta que traía, buscando conservarla más tiempo, la confusión en mi rostro cuando ví que se desprendió tan fácilmente solo volvió más tenso el ambiente, y fue como si el tiempo se distorsionara. En menos de un segundo mi padre dio un alarido y arrojó lo más lejos que pudo aquella "pelota extraña". Mi abuelo por acto reflejo y experiencia en batalla, sabía que la distancia no era suficiente en aquel pequeño jardín, se lanzó sobre la pelota y gritó con toda su alma que se alejaran y cubrieran los oídos, todos intentaron apartarse hasta el límite del jardín. Me abrazaba tan fuerte que me dolían, las manos de mi padre estrujando mi cabeza. Y sin que pudiera hacer nada de repente… aquella pelota desapareció haciendo un gran escándalo. Sentí que el aire me golpeó y pese a los intentos de mi padre, me dejó medio sordo justo después de que mi abuelo desapareciera en el destello que provocó la pelota detrás de mí. El piso retumbó... y algunas gotas calientes cayeron brevemente sobre mi cabeza. Quería voltear, pero mi padre mantuvo mi cabeza firme, no quería que viera lo único a lo que nadie debería ser un espectador, esa fue la primera y única vez que lo vi llorar. Podía sentir que mi papá gimoteaba con dolor, mi madre se unió con el encerrándose aún más en el abrazo. Los veía intentar decirme algo, pero no los pude oír. Ese día mi abuelo se fue. Lo extraño, y sé que fue mi culpa. Ese día le dije “hola”, pero no pude decirle adiós… y jamás pude ver lo poco que quedó de él. A veces me pregunto qué diría si me viera ahora… seguro lo diría levantando la voz, como solía hacer. —Ja! "¿EN ESO TE CONVERTISTE? ¿EN UN PEQUEÑO MARICON QUE LLORAR POR TONTERIAS?" . Daría todo por volverlo a escuchar. La ilusión de su espectro en mi cabeza intentan consolarme con un: "Sigue adelante enclenque"... y detesto sentir eso… ¿Es eso lo que diría él en realidad?... creo que es un mal juego de mi cabeza. Cada vez llegaba a mi cuarto, y lo veía, como si estuviera esperándome desde un principio pese a que se que no es real, lo único que hace es… recordarme que yo lo maté… …Y lo mucho que lo extraño…