Estar desesperado En una caja de cristal Fundida en una oscuridad Densa y en serio abismal. Noche de noches En una noche difuminada Y vaga como trazos De pintura rotos. Palabras que se olvidan Con la misma rapidez Que con la que llegan Alguna vez en mi vida. El día solo trae melancolía, La nieve solo trae tedio, El otoño hojas consumidas; La lluvia camuflaje al dolor. – Alejandro Matías Cisneros, Curso 2017-2018, Meteor Hills. - - - La Biblioteca arde a fuego lento; las paredes del edificio comienzan a derrumbarse y la Torre de Babel es consumida por los gritos ahogados de cada erudito condenado por la ira de Dios mismo. Todas las memorias de civilizaciones, pasadas, presentes y futuras se han perdido para dejar paso a que los siguientes comentan los mismos errores. Los babilónicos se han olvidado que no puedes desafiar a la vida, a Dios, a lo que sea que haya tejido los entramados de nuestro destino. Y por semejante soberbia, el castigo siempre estuvo previsto incluso eones antes de la existencia del Gran Imperio de los Siete Años o desde la concepción de Caín y Abel. Pese a este panorama, pese a que las llamas consumen todo lo que se pone por delante de ellas. Yo sigo aquí. Todavía respiro, por algún motivo. El pecho me arde y a la vez no lo hace. Y entonces escucho unos silbidos lejanos entre todo el caos. El sonido de… BEEP, BEEP, BEEP Y dos disparos en la distancia, pero a eso ya me acostumbré. Abro los ojos. Que manera de romper el sueño, sinceramente, aunque lo agradezco bastante teniendo en cuenta que creo lo estaba pasando mal. Aunque, ¿qué estaba soñando siquiera? La realidad circundante de repente regresa a mí; Skin Row, música a todo volumen en la calle, un olor penetrante de marihuana y gritos de los vecinos de abajo. La combinación, sumada además a cómo froto de mis ojos cualquier atisbo restante de descanso o sueño hace que la consciencia al inicio confundida por fin logre orientarse, nuevamente. Acompaño esta recuperación con un estiramiento sobre la cama. Nada como el hogar, sí señor. Y entonces me quedo mirando el techo unos momentos. Pensando un poco respecto a todo y nada al mismo tiempo. – Vaya día fue ayer — pensé en voz alta, me lo podía permitir. Di un pequeño salto de la cama, revisé mi teléfono y comencé a ver alguna novedad que hubiera en mi bandeja de Twitter mientras me preparaba un café a mano, porque la cafetera es un lujo de burgueses, y yo todavía estoy ahorrando para tener un coche en primer lugar. Si os interesa, esos ahorros los he conseguido rompiéndome la espalda cada verano y con algo de sobrante que mis padres me mandan cada mes. … Espero poder ir a España en Agosto para visitarlos al menos. Reviso si tengo mensajes de ellos, y son solo un par. Contesto mandando una cantidad intoxicante de corazones para después regresar a Twitter, revisando en el proceso los perfiles de gente que parece estudiar también en el Instituto Volcano. “Que concierto de mierda el de los perdedores de ayer, lol.” Aprieto un poco el teléfono y suspiro. Esta gente definitivamente no perdona nada, que horror. Comienzo a recordarlo, porque, sí, fuí a mi primer concierto en vivo de “VVURM DRAMA” tal y como le prometí a Naser. Y el concierto en sí fue el verdadero drama. Mientras hago mis tareas matutinas de forma mecánica, comienzo a sumergirme en aquellos pensamientos ya pasados. *** Así que, el día había pasado volando; las clases fueron algo calmadas y terminé de humillarme públicamente frente al resto de seres dinohumanos en las presentaciones que me quedaban por hacer. Para cuando tocó la campana del último receso, ya estaba buscando a Naser entre los mares de colores en los pasillos del instituto. Entonces sentí que alguien tocaba mi hombro, ahí estaba él. – ¿Dónde es el concierto? — se me ocurrió preguntar mientras ya comenzábamos a caminar. – En el auditorio, técnicamente tendrían que tener todo listo en unos veinte minutos, eso dará tiempo a que llegue el resto de gente y consigan asientos… — me contesta mientras sacaba su teléfono y parecía teclear aceleradamente. Entonces mi mente sufre un latigazo mental recordando mi anterior visita accidental al auditorio. – ¿Por casualidad en la banda hay una pterosaurio con el pelo plateado? Naser se congela un poco y rápidamente saca su vista de su teléfono para clavarla en mí. – Sí, ¿por qué? – Está en mi clase de música. Naser queda algo pensativo. Yo por mientras me siento como si fuera el mismísimo Sherlock, y le golpee con otra pregunta. – Entonces, ¿su nombre es Fang? – Sí — me contestó. Sigue hablando con ella, por lo que considero que es mejor dejar de molestarle hasta que llegamos a la entrada del auditorio. – Supongo entonces que tocarán punk o algo del estilo ¿no? Fang parece tener esa clase de vibras — le dije a Naser tratando de iniciar una conversación mientras esperábamos que los demás pasaran por la puerta. – No sé tanto de música como ellos, Alex, pero supongo que sí. – Huh, eso está genial de todas formas. Naser levanta una ceja. – ¿Te gusta ese tipo de música? – Toco el bajo, Naser, y aunque me gusta el jazz no es lo que suelo tocar — le respondo mientras asomo mi cabeza para ver cuánto quedaba hasta llegar a la entrada, en el proceso pude discernir a Spears abriendo la puerta a los estudiantes. Por suerte no debemos esperar mucho. – Oh, ya veo — ¿lo ha dicho con un tono de alivio? Y entonces llegamos a la entrada, justo antes de ingresar, Spears me para con su enorme mano el paso. El corazón me dio un vuelco, por segunda vez. – ¿Se… Spears? Miro su rostro, y me da una sonrisa muy calmada, lo que hizo que mi corazón parase de creer que estaba a punto de enfrentarse a una situación de vida o muerte. – ¿Qué tal el primer día, Alejandro? Ah, era solo una de estas. – Normal, como cualquiera de los otros primeros días que he tenido. Puedo decir que la escuela está muy bien cuidada de todas formas — hice una pausa y miré al auditorio — y ahora voy a tener una comida acompañada de un espectáculo, por lo que quizás va ser hasta mejor que solo “normal”. Sonreí un poco al decir lo último. Obviamente estaba tratando de que se sintiera halagado sin que pareciera que estaba mintiendo completamente. Aunque ciertamente, dejando de lado los momentos algo inquietantes de Naomi durante mis clases, no estaba mintiendo del todo. Spears asintió. – Me alegro que así sea, hijo. Retiró su mano, Naser ya había pasado para vigilar las pizzas de todas formas, por lo que me reuno con él mientras observaba el resto del auditorio y lo notablemente poblado que se encontraba. Con algo de suerte esto sería un concierto realmente salvaje, quizás incluso hicieran esas estampidas que hay a veces en los conciertos de metal, si es alguno de los dinos de aquí disfrutaban esa música realmente, claro está. – Entonces, ¿queda mucho? — pregunto dubitativo a Naser. – Creo que no… Deja me asomo al backstage un momento, vigila las pizzas por mí — dijo mientras levantaba su vista del teléfono. Asiento con la cabeza y veo cómo se aleja corriendo hacía detrás del escenario. Por mientras me sirvo una rebanada como recompensa por hacer el encargo del pterodáctilo, cuando termino de cortarla comienzo a observar con detenimiento a los grupos que se habían formado en las gradas, y lo que es más importante; a escucharles un poco. – Otro concierto de mierda. – ¿Seguirán siendo igual de malos? – ¿Lo dudas? Ah sí, nunca faltan unas bocas llenas de basura en eventos como estos. Naser llega apurado, y parece algo desinflado. – Comenzarán en poco. – Bien, bien — contesté al pterodáctilo gris. Hubo una pausa, pensé que preguntarle estaría bien. – Oye Naser, ¿han tocado antes? – Eh, sí, ¿por qué? — me contestó mientras seguía dándole vistazos a su teléfono. – No tienen pinta de ser precisamente muy populares entre algunas personas de aquí. Y ahí supe cómo se veía ese pico cuando comenzaba a enojarse de forma gradual. Los ojos de Naser centellearon ante la afirmación sin ningún tipo de tregua. – ¿Por qué lo dices? Dudo un poco. – Bueno, algunos aquí parecen considerar que son una mier… — no termino la oración y ya escucho como Naser pierde los estribos y da un golpe a la mesa, que ahora yace fallecida rota en dos mientras yo sostengo ambas torres de pizza para que no se caigan. Naser procesa la situación y me ayuda a ponerlas en una superficie más confiable; el suelo. Al instante coloca otra mesa y sencillamente ponemos las cajas encima. Sin embargo, se nota que sigue enojado. – Siento haber mencionado eso, quizás debí callarme. – No, no es por ti, es solo que… Dios, no sé cómo vaya salir esto — estaba comenzando a desinflarse, no entiendo por qué tantas preocupaciones realmente. Y entonces me doy cuenta. Fang es un pterodáctilo, y Naser también. Sherlock Holmes, el mayor detective del mundo y recién ahora se da cuenta que los únicos dos putos pteros de todo el Instituto Volcano son, de hecho, hermanos. Voy a tener que doblar la dosis de café por las mañanas, o repetir una en el receso, lo que antes se me ocurra realmente. Entonces el teléfono de Naser comenzó a sonar, llamado al que él responde. No escucho una voz precisamente calmada del otro lado. Para cuando la llamada acaba, Naser está el doble de desinflado. – Me debo ir, Fang no quiere que esté. – Eh, ¿en serio? Quiero decir, entiendo que entre hermanos no os llevéis bien pero… — Naser me hace un gesto para que lo deje ahí — claro, entonces debe ser alguien difícil. – ¡Sí!, lo es — me dice, parece que acerté. – Bueno, nos vemos entonces, Naser. Ten un buen día. Asiente y al irse me da una palmada en el hombro, para después salir por la puerta. Una vez veo que ha abandonado el auditorio, agarro una caja de pizza de las que hay amontonadas y decido colocarme entre uno de los asientos intermedios; sorprendentemente, las filas más pobladas en estos momentos son las de adelante. Entonces las luces se apagan. El escenario se aclara de forma gradual. Y lo primero que capta mi visión son esos ojos ámbar de nuevo, ojos que son indescifrables para cualquier otra persona. Seguido de un velociraptor rosa y un triceratops púrpura como una tarde-noche a punto de acabar y dejar paso a las estrellas. De hecho, esta última metáfora me hizo pensar que el trío en cuestión tenían las tonalidades del cielo en distintos momentos del día. Así que, la del centro, es ella, es Fang. La presencia en el escenario ciertamente era imponente por parte de lo que parecía ser la vocalista principal. Sin embargo, había un detalle. Uno que me hizo comenzar a rezar. No veo ninguna guitarra por ninguna parte, solo dos bajos. No quiero asumir que esto va ser un desastre pero… No importa, ya comenzó. La marea de gritos provenientes del mayor de los Infiernos se abalanzó sobre la totalidad del auditorio, inundandolo completamente y haciéndome desear que esta tortura acabase cuanto antes mejor. Realmente hacer buena música con dos bajos es posible, pero definitivamente tienes que ser también Eteg504 para sonar bien y crear arte. Es decir, no ser algo menos que perfecto con el instrumento. Y con esto último quiero decir que, analizando la técnica de la vocalista con el instrumento, debe haber empezado hace unos meses a juzgar por el hecho de que no tiene tanta soltura como debería y usa púa, por ello no me extrañaría que su instrumento principal sea, de hecho, la guitarra. El triceratops en cambio parece por lejos poseer más dominio con el instrumento. Dios mío, qué horror. Trato de ignorar lo bajos, y centrándome en el resto de cosas me doy cuenta al instante de que, efectivamente, es el mayor de los problemas. Miro al público y me fijo en que la mayoría se han levantado de sus sillas para ir a primera fila, si no es que todos. Comienza una oleada de abucheos y risas acompañados de los improperios menos originales pero más dañinos que un ser, sea dino o humano, puede maquinar para dañar el orgullo de alguien en la preparatoria. Hace tiempo escribí algo que mencionaba el “asesinato premeditado del ego” para un trabajo de filosofía, y creo que con esto entendí el doble mis propias palabras. No me río, tampoco hago burla. De hecho estoy congelado sin saber bien qué hacer. Dirijo mis ojos a la banda. La pterodáctilo está contestando a los insultos con una rabia envidiable, sus ojos centellean coraje; el velociraptor no tiene demasiado aspecto de saber qué hacer exactamente y el triceratops está… No sabe dónde meterse. … Esta mierda me está enfermando un poco. Vuelvo de nuevo mis ojos al público, y veo que un tipo filas adelante planea lanzar un refresco al escenario. Quizás me lleve una buena detención por esto. Pero al carajo, que me llamen Bruno Díaz, porque voy a hacer justicia por mano propia. Abrí la caja de pizza y rápidamente se la lancé al tipo, un velocirraptor anaranjado. Por una fracción de segundo vi cómo estaba cubierto de queso. Fue solo por una fracción sencillamente porque me agaché detrás de los respaldos de la fila siguiente de sillas rápidamente para después gatear e irme sin que notaran mi presencia o que era el responsable de ese desperdicio de comida completamente justificado pero igualmente doloroso. Cuando me di la vuelta, al parecer había iniciado una pelea entre dos grupos por el asunto de la pizza, acusándose unos a otros. Al menos el foco de la acción no se encuentra ya en la banda, que parece estar aprovechando el momento de confusión para recoger rápidamente todo e irse. Dejo escapar un suspiro de alivio; supongo que es la última buena acción del año con algo de suerte. Entonces me fijo que la pterodáctilo celeste clava su vista en mí. No puedo leer su expresión correctamente por lo rápido que estoy recogiendo los restos de pizza para salir corriendo por patas, así que no me molesto en saludar con la mano y sencillamente me voy con mi botín cruzando rápidamente la puerta del auditorio. Me encuentro de frente a Spears, quien me mira fijamente. Abre su boca, el tono es uno de sargento. – ¿Estás involucrado? – En las burlas no, en la pelea quizás. No mientas a un cavernícola que puede romperte la espalda en dos; ellos huelen las mentiras, y creo que también el miedo. Creo que supo leer bien la situación, de todas formas. Suspiró con resignación. – Te lo dejaré pasar por esta vez, Cisneros, tienes permiso de irte. Hace una pausa y algo de énfasis. – Sin embargo, mañana necesito que estés media hora antes en mi despacho. Asiento con miedo, que usase mi apellido fue demoledor, francamente, aunque me dio unas palmadas en el hombro. Espero que eso sea signo de que no va ocurrir un homicidio mañana por la mañana. Cuando estaba en camino a irme, escuché algo que provocó el recorrido de un escalofrío por cada una de mis vértebras. – ¿A quién le debo hacer un suplex? … Tendré que rezar esta noche, o hacer un pacto con Luzbel, lo que me salga más barato. El tipo es un dios ciertamente, pero, que cerca he estado yo de morir, por Jesús Raptor. Tanto por Spears como por haber tirado la pizza. Aunque lo primero aún no estoy del todo seguro. … Y de lo último, supongo que hay cosas de mí que no han cambiado. No sé si eso sea bueno o malo. *** Y eso último es una pregunta con una respuesta que aún no puedo dar. You and me We'll all go down in history With a sad Statue of Liberty And a generation that didn't agree Generatioooon... Y ahora sí que no queda ningún tipo de sueño en mi organismo mientras me encuentro caminando hacía la escuela. Gracias, System Of A Down, porque además creo que esta canción describe perfectamente lo frenético del desastre de ayer. What is in us that turns a deaf ear to the cries of human suffering? … Es una buena pregunta realmente. Diría incluso que la muestra de nula empatía de ayer hace que me la tome un poco más en serio. Al fin y al cabo la chica triceratops se veía cohibida, diría incluso que acorralada, y eso no hizo que cesaran las burlas, de hecho, siguieron igual. Vaya mierda, sinceramente. … En fin, ya estoy llegando al Instituto Volcano de todos modos. ¿Cabe la posibilidad de que ocurra algún incidente? Vete a saber Que el destino me sorprenda con lo que sea que me espere hoy. Y con ese optimismo que hasta sería envidiado por Naomi, o nihilismo que ni el mismo Schopenhauer se atrevería a pronunciar, fue como poco a poco subí cada escalón hasta la entrada, pudiendo ahora moverme mejor entre la marea de alumnos de colores. Menos mal que no tengo epilepsia. No escuché nada sobre lo de ayer, aunque mientras miraba por Twitter, podía percatarme que lo que no escuchaba salir de sus bocas, salían por sus dedos. Definitivamente, vaya mierda. Vaya mierda de gente. Al menos puedo saber que nadie se dio cuenta que fui yo quien tiró la pizza. Se siguen culpando todavía por eso. Solo espero que no sea una clase de Efecto Mariposa. O al menos no uno malo. … Que sea lo que Jesús Raptor quiera que sea. [NOTES] Este fin de semana voy andar algo ocupado con asuntos IRL, así que he decidido postear esto por ahora para no prolongar mucho más la espera. El capítulo tres, si sirve de consuelo, será algo más extenso.