Me dirijo a la entrada principal de la escuela, me pongo a buscar a Rosa, miro a mi alrededor, pero no logro hallarla. ¿Me pregunto si de casualidad se encuentra en el jardín?, me dirijo a la parte trasera de la escuela y busco algún rastro de ella… tampoco se encuesta aquí… soy un imbécil, recuerdo que tengo el número de Rosa anotado en un papel que ella misma me dio. Me pongo a buscar en mi mochila la hoja con el numero… la encontré, agrego el número de Rosa en mi celular, no pierdo el tiempo y la llamo de inmediato. *Tono de llamada* Abel – ¿Hola? Rosa – “¿Hola, con quien hablo?” Abel – ¿Hola Rosa?, hablas con Abel. Rosa – “Hola mi niño, como estas” Abel – Me encuentro bien… oye Rosa, te estoy buscando en la entrada de la escuela, pero no te encuentro, ¿Dónde estás? Rosa – “Oh, perdóname mi niño… tuve una urgencia en mi casa y tuve que salir más temprano” Abel – ¿Esta todo bien… necesitas que te ayude en algo? Rosa – “No te preocupes… puedo resolverlo… de igual manera, aun deseo hablar contigo… pero no por teléfono, quisiera que nos viéramos personalmente” Solo al oír esas palabras hace que mi corazón lata como loco, si alguien me viera ahora se burlaría de mi por lo rojo que me puse. Abel – Cla…claro, ¿en dónde nos podríamos ver? Se escucha una carcajada del otro lado de la llamada. Rosa – “No te pongas nervioso, no muerdo, nos podríamos ver en uno de mis restaurantes favoritos, se encuentra un poco lejos de la escuela, está ubicado en Old Town” Old Town… había ido algunas veces con mi Má a ese sitio, recuerdo que habíamos realizado algunos arreglos para una celebración… era para el mes de noviembre si no estoy mal… Abel – Si ubico el lugar, he ido un par de veces. Rosa – “Que bien, así no me preocupo por si te llegas a perder” Abel – ¡Oye! Rosa no aguanta y vuelve a soltar otra carcajada. Rosa – “Te voy a enviar la ubicación del restaurante por un mensaje de texto, no quiero arriesgarme y luego encontrarme con un cartel de se busca con tu foto” Abel – Gracias, pero no te preocupes no me voy a perder. Rosa – “Eso espero… ¿a las cuatro estaría bien?” Abel – A las cuatro está bien. Rosa – “Bien, entonces nos vemos más tarde” Abel – Claro, hasta entonces, cuídate. Rosa – “Igualmente mi niño” Me alegra saber que esta de buen humor… debería pasar un momento a la florería y dejar mi mochila y pedirle algo de dinero a mi Má por si lo llego a necesitar, si vamos a un restaurante seria grosero de mi parte si Rosa paga todo. Me voy caminando hasta la florería, no tardó en llegar, abro la puerta y me recibe el característico tintineo de la campanilla que se encuentra arriba de la puerta de la entrada. Juliet – ¡Un momento! Escucho a mi Má en el segundo piso, ella no demora y baja a toda prisa. Juliet – Hola hijo como estas, como te fue en la escuela. Abel – Bien, ninguna metida de pata de momento. Juliet – Me alegra saberlo, ¿dime que te trae por aquí? Abel – Vine dejar mi mochila y pedirte un favor… Juliet – ¿De cuánto estamos hablando esta vez? Abel – O… oye, yo no me la paso pidiéndote dinero… Juliet – ¿Ah no, Entonces de que se trata? Abel – ¡Bueno si, necesito dinero! Juliet – ¡Ja!, ya lo sabía. ¿Me puedo preguntar para que lo necesitas? Abel – Mira… tengo que verme con Rosa más tarde y no quería llegar sin e… efectivo, no sé si surja algún gasto o… Mi Má corta mis palabras asomándome unos cuantos billetes… creo que solo mencionar a Rosa fue suficiente para convencerla. Abel – Gra… gracias. Tomo los billetes y los guardo en uno de los bolsillos de mi chamarra, dejo la mochila colgada en un perchero y me pongo rumbo hacia… Juliet – Espera un segundo Abel… tengo que darte otra cosa, espera aquí. Mi Má sube al segundo piso… pasa un par de minutos y ella baja con una maseta en sus manos, no solo eso, puedo darme cuenta que acaba de bajar… espera esa flor… Juliet – Toma, sería un buen regalo para Rosa. Abel – E… espera un momento, esta flor no es una… Juliet – Es una orquídea, para ser más exactos es una Cattleya. Abel – Si, lo sé, pero tengo entendido que estas orquídeas son muy difíciles de conseguir aquí en Volcadera. Juliet – Si lo se… tengo un par más arriba, tengo algunos contactos que me las consiguen, pensé que seria un bonito detalle, además se que a Rosa le va a encantar. Abel – ¿Estas segura? Juliet – ¿Acaso estas cuestionando mis decisiones? Abel – No… claro que no, es solo que… Juliet – No te preocupes hijo, estoy segura que estará en buenas manos, además no puedes llegar con las manos vacías a una cita. ¿Una cita?, nunca se me había pasado por la cabeza esa palabra… espera un momento… ¿esto es una cita? Abel – Bu… bueno, la verdad ni siquiera sé si es una cita… lo que quiero decir es que… solamente me voy a ver con ella, quería hablar algo conmigo. Juliet – Lo que tu digas… solo asegúrate de entregarle la orquídea a Rosa, está bien. Abel – E… está bien. Agarro la orquídea y salgo de la florería, me dirijo a la parada de autobús más cercana, si no recuerdo mal para llegar a Old Town debo hacer un trasbordo… está un poco lejos, pero creo que llegare a tiempo. Llego a mi parada y me bajo del autobús, miro la hora… las tres y media, llegue media hora antes, debería ponerme en marcha y buscar el restaurante. Saco mi celular del bolsillo y abro la aplicación de mapas, coloco la dirección que me paso Rosa y me pongo en busca del local, tengo suerte de que la aplicación me indica que camino debo seguir. No tarde mucho en encontrar el restaurante… vuelvo a mirar mi reloj y me fijo que ya son las cuatro… ¿Dónde estará Rosa?, debería ya estar aquí… me pregunto si ese viejo local de ladrillo será el restaurante que ella menciono. Busco en mi celular el contacto de Rosa para llamarla para saber en donde se encuentra… sin previo aviso siento como alguien se abalanza sobre mi espalda y me envuelve con sus poderosos brazos, pasándolos alrededor de mi abdomen, un poco más y dejo caer la orquídea… Rosa – ¡Ahí estas mi niño, llegaste justo a tiempo! Me alegro oír la voz de Rosa… pensaba que era algún asaltante apunto de quitarme todo lo que llevaba encima. Por la fuerza que ejerció sobre mi es evidente que está feliz de verme, solo puedo sentir la presión de su pecho en contra de mi espalda… yo… también estoy feliz de verla. Rosa me libera de su poderoso abrazo, me doy la vuelta para verla de frente… puedo ver una sonrisa radiante en su rostro, sin aviso ella se abalanza de nuevo, enterrando su rostro en mi pecho… ¡AUCH!, el cuerno de nuevo… por suerte mi chamarra es más robusta que mi camiseta. Rosa – Abel me alegro mucho de que estés aquí… Seria tener poco tacto si no le devuelvo un abrazo, rodeo a Rosa con un torpe abrazo para no dejar caer la orquídea. Abel – Me alegro verte a ti también. Rosa noto la orquídea que llevaba en mi mano derecha. Rosa – ¿Oye, que es eso que llevas ahí? Abel – Ah… es una… orquídea… la traje para ti… Veo como se le iluminan los ojos a Rosa, ella no puede evitar emocionarse mucho. Rosa – ¡Dios mío, es una Cattleya, es una flor que no crece aquí en Volcadera, es muy difícil hallar una! Abel – Si, espero que te guste. Rosa – ¡Bromeas, es uno de los mejores regalos que me han hecho, gracias! Rosa se vuelve a abalanzar sobre mí una vez más… y su cuerno se vuelve a clavar en mi pecho… ya no duele tanto, supongo que ya me estoy acostumbrando. Le entrego la orquídea a Rosa, ella la toma con mucho cuidado, como si de un bebe se tratara. Rosa – Es… es muy bonita. Abel – Si que lo es. Nos quedamos viéndonos por unos instantes hasta que Rosa rompe su silencio y llama mi atención. Rosa – De… deberíamos ir a la taquería que te dije… mira ahí está. Rosa señala el viejo local de ladrillo que está cerca de nosotros. Abel – Si… si claro, vamos. Rosa toma mi mano y me lleva hasta donde está la taquería… no puedo evitar que mi corazón se acelere. Entramos al restaurante y no puedo creer que para ser un sitio tan pequeño este tan lleno, nos dirijamos a la fila, para nuestra suerte no había mucha gente, todo el mundo ya estaba disfrutando de su comida. Al final llegamos hasta donde se encontraba la encargada de la taquería… para ser sincero no entiendo nada de lo que dice el menú ya que está escrito a mano, con una horrible caligrafía… no he soltado la mano de Rosa en todo este tiempo… Abel – Rosa… no sé qué pedir, que me sugieres. Rosa – Déjame elegir por ti… uh… Rosa se da cuenta que todo este tiempo estaba sosteniendo mi mano, ella suelta mi mano y cruza sus brazos intentando ocultar su vergüenza. Rosa pide nuestra comida y nos dirigimos a una mesa que estuviera vacía, nos sentamos uno cerca del otro, Rosa pidió tacos de varios tipos. Nos la pasamos charlando un muy buen rato, sobre la escuela, el jardín y de nuestra vida en general… me doy cuenta de lo agradable que es pasar el tiempo con Rosa. Ella es muy linda y divertida, también es muy abierta de las cosas que le gusta… me pregunta por mis gustos en general y de mi vida, también… de mi familia. Rosa – Conozco a la señora Juliet ya desde hace un tiempo, nunca pensé que fuera tu madre. Abel – Si, me lo dicen seguido… Rosa – ¿Y tu padre, me gustaría conocerlo también? Abel – La verdad es que no… no lo conozco. Rosa – Oh… lo siento, no quería entrometerme. Abel – No te preocupes, tú has hablado abiertamente de tu familia, tu confiaste en mí, siento que debes conocer un poco más de mí. Rosa – No te preocupes, si no quieres hablar de ello está bien. Abel – Igualmente quiero compartirlo contigo, te tengo confianza. Veo a Rosa abrir sus ojos de par en par, ella asiente con su cabeza, apoya su brazo en la mesa y su mano en su mejilla, queda atenta a todo lo que tengo que decir. Abel – Aunque no lo creas Juliet es mi madre biológica, muchos piensan que soy adoptado o algo por el estilo. Rosa – Espera un momento… eso es… Abel – Es posible… mi padre es humano… es muy raro que de una relación de un dino y un humano nazca otro humano. La genética de los dinos siempre va prevalecer sobre la de los humanos, pero existe una pequeña probabilidad de que los genes del humano prevalezcan. Rosa – Pero, eres… ¿humano? ¿sabes a lo que me refiero? Suelto una carcajada y continuo con mi clase de biología. Abel – Claro que si… bueno, no al cien por ciento. Abro mi boca y le enseño a Rosa mis dientes. Abel – Mis dientes, mis caninos son más grandes y afilados que los de un humano normal. Rosa – Oh, ya veo, no me había fijado en eso. Abel – Además el iris de mis ojos es de color esmeralda, eso en un humano no es común. Rosa – También me fije en eso, pero pensaba que era normal. Abel – No lo es, ningún humano normal tiene los iris de ese color. Por esa razón varias personas me han dicho que tengo los ojos de mi Má. Por otro lado, también soy pelirrojo como ella, además herede otro rasgo característico. Rosa – ¿Cuál? Abel – Nuestro sentido de la orientación da pena, nos perdemos con facilidad. Rosa – Vaya, ahora entiendo porque te pierdes con tanta facilidad. Abel – Si, necesito comprar una brújula y un mapa. Rosa suelta una carcajada. Rosa – Eres un tonto, vas a necesitar más que una brújula y un mapa para no perderte. Abel – ¡Oye! Rosa solo se ríe de mi carente capacidad de orientarme, ella termina de reír y vuelve ponerme atención. Abel – En fin… mi “padre” al darse cuenta que mi Má estaba embaraza solo pudo hacer una cosa… huir. Rosa – Porque alguien haría tal cosa. Abel – No lo sé la verdad, mi Má nunca me conto la razón… supongo que tenía miedo de criar a una abominación, o simplemente fue un cobarde y no quiso aceptar la responsabilidad de ser padre. Rosa agarra mi mano… ya no siento vergüenza, el sentimiento que me trasmite es de apoyo, me trasmite una calidez que hace que me tranquilice. Abel – De igual forma eso no me afecta para nada, mi Má me crio y me educo ella sola, no lo necesito. Rosa – Puedo ver que la señora Juliet hizo un excelente trabajo, eres un chico de buen corazón. Carajo ahora si me puse nervioso… hablando de mi corazón esta como una locomotora. Abel – Si… sí, claro, hago lo mejor que puedo… Ahora que lo recuerdo, ella quería hablar de algo conmigo… carajo termine yo contándole sobre mi vida. Abel – Rosa… recuerdo que nos reunimos aquí porque querías contarme algo. Rosa – Si… es verdad. Abel – Dime, que ocurre. Rosa – Es… es mi madre de nuevo… Abel – ¿Ella está bien, le ocurrió algo? Rosa – No, bueno, ella está estable de momento… lo que quiero decir es que ella me esta volvió loca. Abel – ¿A qué te refieres? Rosa – Ella quiere aparentar que está bien, pero yo sé que no lo está, cada vez que le pregunto que si puedo ayudarla ella simplemente dice que no. Cómo es posible que una de las personas que más quiero en este mundo… no me permite ayudarla… Solo puedo fijarme en su rostro, notó como contiene sus lágrimas para romper en llanto. Rosa – Ella siempre me pregunta lo mismo, en qué momento voy a terminar la escuela para ayudar en el trabajo, en qué momento voy a traer a algún chico lindo a casa y ese tipo de cosas… No tengo la valentía de interrumpirla, solo quiere que se desahogue y descargue la frustración que guarda en su pecho. En todo este tiempo ella estaba agarrando mi mano derecha, para darle ese sentimiento de apoyo agarro ambas manos y las tomo con las de ella. Rosa – Es solo… que es difícil no poder ayudar a la gente que te importa, además si ellos mismos no te permiten hacerlo. Abel – Se que es duro… sé que tu madre sabe que estás a su lado y que quieres lo mejor para ella, es posible que ella evite verse débil para no preocuparte. Rosa – Lo se… pero es tan terca. Abel – Tal vez… solo debes de seguir apoyándola y no rendirte, tarde o temprano ella debe de caer en cuenta que no es posible recorrer esta vida sola y que siempre contara con las personas que le importan. Rosa fija su mirada hacia abajo y se queda pensando por unos momentos. Rosa – Las personas que me importan… Rosa suelta sus manos de las mías y… las coloca en mi rostro, haciendo que me fijé en sus ojos carmesí… Rosa – ¿Yo… te importo Abel? Abel – Si… mucho… Sus ojos se iluminan, se le dibuja una gran sonrisa en su rostro, ella solo acerca más su rostro contra el mío… ella une su boca con la mía regalándome un beso… Jesús Raptor… esto se siente… tan bien. Ella se asusta por un momento y separa su boca de la mía. Rosa – Di… discúlpame yo no quería… Coloco mis manos sobre el rostro de Rosa y simplemente sin decir ni una sola palabra vuelvo a juntar mis labios con los suyos, estoy seguro que esto es lo queríamos… los dos. Puedo ver que a Rosa se le escapa una lágrima que no es de tristeza si no de alivio. Nuestro segundo beso es más lento y suave, parece durar una eternidad. Ni siquiera habías probado ni un bocado de nuestra comida, eso ya no me importaba. Termínanos nuestro beso y solo podía fijarme en ella y en sus hermosos ojos que se habían encendido como la hoguera más hogareña y cálida que había visto. Rosa – Eso fue… Abel – Genial. Rosa – Si… eso pensé. Rosa aparta su mirada de la mía y se fija en la comida que habíamos pedido hace rato, ya estaba tibia. Rosa – Oye tonto, es mejor que nos comamos esto, es un pecado desperdiciar la comida. Abel – No me es mi culpa, tu fuiste la que me quito el apetito. Rosa solo responde con un codazo que me da en las costillas… eso dolió… Conversamos durante un largo tiempo, todo paso como un relámpago, cuando nos dimos cuenta ya está anocheciendo, no sería buena idea quedarse tan tarde en un sitio que no conozco. Salimos del restaurante y nos dirigimos cerca de un estacionamiento donde estaba guardado el auto de Rosa. Rosa – Mira Abel… todo lo que pasó antes… fue… Abel – No te preocupes… la verdad es que… me gusto. Rosa queda sorprendida con la respuesta que le acabo de dar, pero al mismo tiempo se encuentra aliviada. Rosa – A mi también… me haces sentir la chica más feliz del mundo. Le regalo una sonrisa, Rosa abre la puerta de su auto y se posiciona en la silla del conductor, ella se me queda mirando esperando que yo hiciera algo. Rosa – A que esperas tonto, súbete. Abel – No te preocupes Rosa, yo puedo tomar el autobús. Rosa – Deja la modestia a un lado, déjame llevarte a tu casa, es lo menos que puedo hacer por esta tarde tan maravillosa que me regalaste. Además, me preocupa un poco que te vayas a estas horas a tu casa solo. Supongo que no le puedo decir que no. Abel – Bueno, ya que insistes. Subo al asiento del copiloto, Rosa saca el celular de su bolso, abre la aplicación de GPS y me pide que coloque la dirección de mi casa, le hago caso y escribo mi dirección, ella encendió el auto y tomamos rumbo a mi casa. No tardamos mucho en llegar, ella se posiciona al frente de la entrada del conjunto de apartamentos. Abel – Muchas gracias por el aventón. Rosa – Fue un placer, te quería agradecer de nuevo por la orquídea, te prometo que la voy a cuidar mucho. Abel – Me alegro mucho que te haya gustado, sé que está en buenas manos… supongo que ya debo irme. Antes de salir del auto Rosa agarra una de mis manos y la aprieta un poco dándome a entender que no quiere que me vaya aun, un impulso hace que deposite un beso en su mejilla. Abel – Nos vemos mañana Rosa. Rosa – Hasta mañana… mi Abel. Salgo del auto de Rosa y cierro la puerta, ella da un último gesto con su mano y se despide de mí, yo solo puedo sonreír como un idiota, ella se aleja y solo puedo deslumbrarla hasta donde mi vista me lo permite… el día de hoy fue un sube y baja de emociones, no sé si mi cabeza pueda soportar algo más, pero al final estoy muy contento… logre establecer una mejor relación con Rosa, la verdad ella siempre me pareció una chica muy dulce y apasionada por lo que hace, es imposible no resistirse a eso. No debería quedarme más tiempo aquí afuera, ya está anocheciendo. Entro a la recepción y me dirijo a mi apartamento, saco las llaves de mi bolsillo y abro la puerta… tal parece que mi Má no está en casa, me pregunto si… Juliet – Bonitas horas de llegar joven. Ella enciende la luz de la sala, solo al oír su autoritaria voz hace que me congele por unos momentos. Abel – Ho… hola Má. Juliet – Porque llegas tan tarde. Abel – Lo siento, es solo que perdí la noción del tiempo. Juliet – A partir de ahora tienes prohibido salir, solamente a la escuela. Abel – Espera un momento… no es para tanto… Ella no puede contener su actuación y suelta una gran carcajada. Juliet – Oye hijo, tranquilo, solo estoy bromeando, pero para la próxima que vayas a llegar tarde al menos llámame para avisarme, está bien. Abel – E… está bien. Juliet – ¿Cambiando de tema, como te fue con Rosa? Recuerdo el beso que nos dimos… solo pensarlo hace que me ponga nervioso. Abel – Fu… fue bien, digo que nos fue bien… no paso nada fuera de lo normal. Mi Má me analiza de arriba abajo… ella pone una expresión de estar pensando en algo. Juliet – Bueno… supongo que no me debo entrometer en lo que sea que ustedes dos hayan hecho. Abel – ¡Espera un minuto, en que estás pensando! Ella vuelva a soltar otra carcajada. Juliet – No te preocupes Abel. Me imagino que le entregaste la orquídea, no. Abel – Si claro, quedo encantada. Juliet – Me alegra saberlo. Sabes, conozco a Rosa de hace ya un tiempo y puedo decirte que ella y tu tienen más en común de lo que crees. Abel – Ah bueno… si he notado una que otra cosa la verdad. Juliet – Bueno, no te voy a bombardear con mas preguntas, confió en ti que vas a hacer bien las cosas. Abel – Realmente aprecio eso. Juliet – Perfecto, ¿de casualidad quieres algo de cenar? Abel – Estoy bien Má, gracias, comimos algo en un restaurante. Juliet – De acuerdo, voy a organizar algunos pedidos que necesito para mañana, si necesitas algo avísame. Abel – Esta bien Má, no te preocupes, me iré a la cama de una vez, estoy agotado. Juliet – Esta bien, que descanses. Abel – Buenas noches. Me despido de mi Má y me dirijo a mi cuarto, me coloco mi pijama y me recuesto en mi cama, una marejada de pensamientos pasa por mi cabeza, pero solo uno de ellos resalta de los demás… Rosa, solo puedo imaginármela con esa sonrisa tan deslumbrante que tenía, me alegra muchísimo que este feliz… no sé qué me depare el futuro junto a ella, pero hare mi mejor esfuerzo para que esto funcione.