11 de enero del año 201M2020 A.C. – Volcadera Bluffs. *Alarma del celular* La alarma del celular me despierta de golpe, son las ocho de la mañana, hace mucho no me despertaba tan temprano en un sábado y muchísimo menos ir a la escuela, supongo que cuando vas creciendo más responsabilidades vas teniendo… mierda, volverse adulto debe ser algo tan genial. Procedo a hacer mi rutina de siempre, ducha, ropa, desayuno, todo eso. Me doy cuenta de que mi Má no se encuentra, lo más probable es que fue a atender la florería… tal vez pase más tarde, le prometí que le ayudaría a terminar los arreglos que le hacían falta. Primero lo primero, debo encontrarme con Rosa y Stella en el jardín de la escuela. Salgo del apartamento y bajo al primer piso a tomar el autobús, está vez solo fueron cuarenta minutos de trayecto. Al llegar a la escuela me dirijo hacia la parte trasera del edificio para buscar a las chicas, llego al jardín y este… está muy bien cuidado, se nota el esfuerzo que han invertido en él, no sé cuántos miembros hay en el club actualmente, pero para mantener este jardín así de impecable se debe de necesitar muchas personas, más tarde que nunca me topo con Stella, noto que ella lleva puesto una balaca morada con orejas de gato… creo al final Leo cumplido su promesa. Stella – ¡Hola Abel, buenos días! Abel – Hola Stella, como estas. Stella – De maravilla, me alegro que hayas venido, has llegaste justo a tiempo. Abel – ¿Ah sí?, pero no veo a nadie más aquí. Stella – Los demás se encuentran cerca del cobertizo, allí es donde guardamos nuestras herramientas y utensilios de jardinería. Vamos yo te guio, no quiero que te pierdas. Abel – Oye, no creo que me vaya a perderme en este lugar. Stella me ve y frunce el ceño. Stella – Lo que tu digas… Ella suelta una pequeña risita y me hace una seña con su mano para que la siga, nos dirigimos a otra localización del jardín, al llegar me doy cuenta que ya se encuentran Rosa, Fang, Reed y Leo, además de otros cuantos estudiantes, me dirijo hacia donde están ellos para saludarlos. Abel – Buenos días, que se cuentan. Reed – Ey bro como te encuentras. Leo – Oye Bel, que tal. Les acerco mi puño en señal de saludo para que ellos lo choquen, Reed y Leo responden a mi saludo, acerco mi puño a Fang pero ell… elle esta de brazos cruzados, lo duda por un momento pero al final responde a mi saludo. Fang – Que tal… Rosa – Hola mi niño, buenos días… Me fijo en Rosa y observo su rostro, tiene de nuevo esa expresión de cansancio, no parece que fuera ella misma, no desprende esa energía radiante que la caracteriza, no me atrevo a preguntarle qué le pasa… tal vez se lo pregunte a solas… Abel – Hola Rosa, buenos días… Leo – ¿Oye Ros, te encuentras bien, te vez un poco cansada? Rosa – No te preocupes Leo, solamente no dormí bien, eso es todo. Leo – De acuerdo… Nos llama la atención el cavernícola con traje que se acerca hacia nosotros. Spears – Buenos días a todos, les agradezco que hayan venido el día de hoy. Ustedes se encargar de embellecer el campus, los que se encuentran castigados deben de seguir las ordenes de Rosa, no quiero oír ninguna queja así que simplemente obedézcanla, cualquier cosa que necesiten me pueden encontrar en mi oficina. Todos asentimos al director, el solamente se retira con una pequeña sonrisa en su rostro. Me fijo en Rosa y ella se da unas palmaditas en sus mejillas y procede a darnos nuestras instrucciones. Rosa – Esta bien, el día de hoy debe de ser rápido, un poco de mantenimiento y… Reed alza la mano y interrumpe a Rosa. Reed – Umm… ¿Rosa? Tal parce que alguien ha destrozado las flores de allí. Reed señala el lugar donde se encuentran los destrozos, nos fijamos y se ve claramente los daños ocasionados por algún inadaptado que no tiene nada mejor que hacer, solo puedo tragarme mi rabia. Veo las camelias rojas destruidas y solo pienso en cómo va reaccionar Rosa… me fijo en ella y simplemente se le ve decaída y con una expresión de miseria. Rosa – Oh… Rosa trata de mantener la compostura, pareciera que se fuera a desmoronarse en cualquier momento, lo único que ella hace es suspirar… no puedo dejarla así sin más, voy hacia ella y llamo su atención. Abel – O… oye Rosa, ¿estas bien? Rosa – No… no lo sé es solo que… Abel – Ven, vamos, ayúdame a arreglar esas flores. Trato de que ella vuelva en sí, tomo su mano para que reaccione, espera… estoy tomando la mano de Rosa, creo que lo hice inconscientemente, se siente bastante suave y cálida… ella reacciona y me observa, pasa su mano por su mejilla para secar una pequeña lagrima que se le había escapado. Rosa – Si… tienes razón, tenemos trabajo que hacer. Ella vuelve hacia los demás estudiantes y empieza a dirigir a cada uno de lo que tiene que hacer. Rosa – Esta bien, Reed y Fang encárguese de las enredaderas, Leo y Stella encárguense de quitar la maleza que está creciendo alrededor de esas margaritas, los demás se encargaran de abonar y regar las plantas de todo el campus, Abel… tu ven conmigo. Tomo posición marcial como si estuviera en el ejercito y obedezco a Rosa. Abel – ¡Si señora! Se le dibuja en el rostro una pequeña sonrisa. Agarramos un par de guantes y una bolsa se nailon llena de herramientas de jardinería, me quito mi chamarra y la dejo en una silla de plástico, nos dirigimos hacia donde están las camelias dañadas. Rosa – No tenías que ofrecerte a arreglar los daños, sabes. Abel – Pero si quiero hacerlo… Devuelvo mi mirada hacia ella y me fijo que sus ojos estaban hinchados y un poco rojos… parece que estaba llorando antes de que ella llegara a la escuela, me avergüenza preguntarle qué le pasa… recuerdo que la señora Roberts nos dijo que la mejor forma para solucionar un problema es enfrentarlo… soy el único que está aquí con ella, debo tratar de ayudarla en lo que mas pueda… Abel – La verdad Rosa… me preocupas, tus ojos están un poco rojos e hinchados… ocurre algo, ¿puedo ayudarte en algo? A Rosa se le vuelve a asomar esa pequeña sonrisa. Rosa – Oh mi niño, eres muy dulce por preocuparte… es solo que hay cosas que no están bien… Rosa se fija por unos momentos en los destrozos esparcidos por el pavimento y por todo el jardín, ella solo puede suspirar de frustración, nos agachamos para empezar a recoger los destrozos, asiento con la cabeza en señal para que ella continúe hablando. Rosa – Mis padres se preocupan mucho por mi sabes, pero ellos creen que pueden ocultar cuando están lastimados o preocupados… Trato de recoger los destrozos, pero no puedo apartar mis ojos de Rosa, es difícil concentrarse en hacer este trabajo cuando ella me está comentando sus problemas, ella va reuniendo un cumulo de tallos y hojas… una lagrima empieza a caer por su rostro… Rosa – Mi madre, ¡ella no entiende!, yo quiero ayudarla en las labores de la casa, como cocinar o limpiar… ella está muy delgada, sus manos tiemblan cuando prepara algo en la cocina, le cuesta hasta agarrar el palo de la escoba, se agota con facilidad… yo quisiera… yo… Ella no resiste más, se quiebra, sus ojos de humedecen, su rostro se empieza a llenar de sus lágrimas. Rosa – Yo quisiera… que me dejara ayudarla… yo solo quiero que ella este bien, es mucho pedir Abel… No puedo soportar viéndola así, coloco mi mano en su hombro izquierdo para reconfortarla, ella toma mi mano con la suya y la agarra con fuerza, nos colocamos de pie… sin previo aviso ella se abalanza sobre mí, su rostro se entierra en mi pecho… ¡auch! y el cuerno de su nariz también, ella toma ambos brazos y me rodea con ellos, temblando y sollozando deja escapar todo lo que oprimía su pecho. Tomo su cabeza con mis manos para reconfortarla un poco, tengo suerte de no tener las manos cubiertas de tierra o si ensuciaría su pelo, no digo nada, solo dejo que ella se desahogue, finalmente ella se separa de mí y aparta su rostro de mi pecho. Rosa – Lo siento… Abel – No te preocupes Rosa, está bien. La observo y veo como el rímel se combinó con sus lágrimas dejando hilos de color negro que decoran su cara, ella me observa con esos ojos carmesí, puedo notar una expresión de ¿tristeza, calma, alegría? La verdad no lo sé, solo espero que se sienta mucho mejor, ella pasa su brazo por el rostro tratando de limpiar sus lágrimas, luego ella me regala una pequeña sonrisa. Rosa – Mírame Abel, soy un desastre, déjame buscar algo para limpiarme. Ella se arrodilla y empieza a buscar algo en la bolsa de herramientas que trajimos… no puedo evitar mirar su espalda y su… maldita sea Abel no seas un pervertido, mucho menos en esta situación, aparto mi mirada hacia otro lado mientras ella sigue buscando, Rosa saca una caja de pañuelos saca un pañuelo y procede a limpiarse la cara y los ojos. Rosa – Oh, Abel, lo siento. Ella apunta con su dedo índice a mi pecho, me fijo que mi camiseta tenía un agujero, además estaba manchada por el rímel mezclado con las lágrimas de Rosa. Abel – No… no te preocupes Rosa por eso, es solo una camiseta. Rosa – Pero le hice un agujero… Abel – Oye es lógico, las rosas tienen espinas, si no tienes cuidado con ellas te pinchas. Rosa suelta una pequeña carcajada. Rosa – Eres un tonto, de todos modos, déjame limpiarla al menos. Rosa se acercó demasiado rápido con el pañuelo que sujetaba con la mano, un impulso involuntario hizo que diera un paso hacia atrás, mi talón golpea una superficie dura, esto ocasiona que me tropecé y me caiga de espaldas… llevando a Rosa en el proceso. Estoy en el suelo boca arriba, cerré mis ojos involuntariamente, siento un dolor terrible en mi talón izquierdo… extrañamente puedo sentir un calor muy agradable en mi pecho, abro mis ojos… oh Jesús Raptor, Rosa está encima de mí, ella amortiguó su caída con su pecho, nuestros rostros están muy cerca uno del otro, los mechones de su largo cabello cubren mi cara, solo puedo fijarme en sus ojos carmesí y en su rostro el cuál se ruborizó… si me pudiera ver en un espejo mi rostro tendría el mismo color… no sé qué hacer, solo puedo sentir el ritmo de nuestros latidos retumbando al unisonó… Stella – ¡OH DIOS MIO QUE ESTÁN HACIENDO! Stella grita mientras pone sus manos en la cabeza y queda estupefacta por el mal entendimiento que acaba de presenciar. Rosa se levanta de inmediato, luego me estira su mano para ayudarme a levantarme, tomó su mano y ella jala con fuerza… ¡carajo!, Rosa tiene mucha fuerza, un poco más y me saca el brazo. Ambos nos arreglamos la ropa y tratamos de recuperar la compostura, pero lo único que hacemos es balbucear. Rosa – No… Stella e… espera, esto es un mal entendió… Abel – Si… si, tropecé con Rosa… y nos caímos. Stella se queda boquiabierta y se ve por su expresión que no nos cree nada. Stella – ¡Rosa ya le estabas rompiendo la camiseta… pero porque aquí y ahora! Rosa – NO… NO ES LO QUE CREES STELLA, POR FAVOR NO LE DIGAS A NADIE ESTO, ¡LO… MALINTERPRETARÍAN! Yo no puedo decir ni una sola palabra, estoy tan avergonzado que las palabras no me fluyen. Stella – ¡Eh visto esto en muchos de mis mangas y sé cómo va terminar todo! Rosa – Enserio Stella, créeme no es lo que piensas, déjame explicártelo luego, déjame hablar un momento a solas con Abel, de acuerdo… Stella dibuja en su rostro una sonrisa maquiavélica, tapa su boca con la mano y se retira. Abel – Es… espero que no le diga a nadie. Rosa – Confío en Stella, ella no le dirá a nadie. Abel – Si tú lo dices… Rosa – Abel yo… Abel – Perdón fue mi culpa, tropecé y te hice caer conmigo… Rosa – Gracias… No esperaba que ella me dijera eso, puedo ver que una sonrisa le adorna su rostro, sus ojos brillan por las lágrimas que había derramado, ya no notaba tristeza en sus palabras, creo que lo único que necesitaba era desahogarse y hablar con alguien. Abel – No… no hay de que, si necesitas hablar con alguien siempre estaré disponible. Rosa – Si… creo que eso estaría bien… en fin, debemos continuar con el trabajo, necesitamos arreglar el desastre que tenemos pendiente. Abel – Cla… claro que sí. Pasamos la siguiente hora recogiendo los tallos, hojas y demás vegetación, además plantamos nuevas camelias en dónde estaban las anteriores. Rosa – Me puedes dar un momento Abel, tengo que revisar que están haciendo los demás. Abel – Está bien, aquí te espero. Ella se dirige en dónde están los demás para ver si están haciendo bien su trabajo, mientras tanto yo me quedo plantando las camelias que hacen falta… Stella – Así que Rosa y tú… ¡Jesús Raptor de dónde salió!… no me puedo dar la espalda un solo segundo sin que Stella me sorprenda… ¿es alguna especie de ninja o algo? Abel – ¡Ah! Stella por favor no me asustes así… Stella – Lo siento. Abel – Que quieres Stella. Stella – Solo quería agradecerte. Abel – ¿Agradecerme, por qué? Stella – Por haber ayudado a Rosa. Abel – ¿A qué te refieres exactamente? Stella – La escuchaste y la ayudaste para que ella se pudiera desahogar… mira, ella ha estado muy decaída últimamente, su mamá parece que ha empeorado su estado de salud y esto le ha afectado muchísimo a Rosa. Abel – Si… eso me comento recién. Stella – Rosa es mi mejor amiga y trato cada de día de que se sienta mejor, distrayéndola, haciéndola reír, cualquier cosa… me di cuenta que ella necesita tener más personas que estén a su lado, para que pueda sobrellevar esta situación que la acongoja. Abel – ¿Te refieres… a mí? Stella – Eres un buen amigo Abel, de eso no me cabe duda, Rosa compartió sus preocupaciones contigo, eso me demuestra que ella confía en ti. Abel – Si… la verdad me entristece verla así… espera un momento… ¿nos estabas espiando, como sabes eso? Stella da un paso hacia atrás y se pone una mano en la boca, ella lo único que puede pronunciar son balbuceos. Stella – ¡Ah, yo… yo no quería hacerlo… so… solamente vine porque se habían llevado las herramientas… necesitaba una pala! Abel – ¿Pero Stella, como va caber una pala en una bolsa tan pequeña? Stella – No, la pala pequeña… la de plástico. Stella va hacia la bolsa de nilón llena de herramientas y de ahí saca una pala de mano. Stella – Mira, es esta. Abel – Esta bien… te creo… Me fijo que Rosa ya está volviendo, se fija en Stella, Rosa no puede evitar ruborizarse un poco. Rosa – Ya… ya volví. Abel – ¿Cómo te fue, los demás están haciendo bien su trabajo? Rosa – Se podría decir que si, aunque pille a Reed y a Leo tratando de plantar unas semillas. Abel – ¿Semillas? Rosa abre la palma de su mano y nos muestra seis semillas. Rosa – Estas, son semillas de cacao, para serte sincera no sé de qué tipo son, pero tratándose de esos dos estas deben ser “especiales”. Abel – ¡Ja!, supongo que no salieron libres de esta. Rosa – Les tuve que dar un pequeño escarmiento… sé que algún día aprenderán a comportarse. Rosa flexiona su brazo en señal de demostrar su fuerza… pobres no quiero imaginarme que les hizo. Rosa – Eso me recuerda… ¡Stella tengo un asunto pendiente contigo! Stella – Ah… ah, lo siento Rosa, pero ya vine por lo que necesitaba así que ya me voy… adiós. Stella toma la pala de mano y sale corriendo a toda prisa. Rosa – ¡Stella espera!, Jesús Raptor, dame paciencia con esa niña. Abel – Rosa… te quería preguntar… ¿Cómo te sientes? Rosa – Me siento mucho mejor en realidad… gracias por preguntar. Abel – Me… me alegro oírlo. Rosa y yo terminamos de recoger los restos de los destrozos que quedaban, plantamos nuevas flores en los lugares donde fueron arrancadas. Al terminar fuimos a ayudar a los demás, Rosa fue a ayudar a Fang y Reed con algunas enredaderas, yo fui con Stella y Leo a ayudarles a terminar de arrancar la maleza. Abel – Ey, parece que aún les falta bastante para terminar. Stella - Si, arrancar esto es bastante agotador, además ya me está doliendo la espalda. Abel – Déjenme que les ayude con eso. Stella – Gracias. Veo que Leo solo se dedica a arrancar las hierbas en silenció, recuerdo que Rosa dijo que les había dado un escarmiento. Abel – ¿Oye Leo… que pasa, estás bien? Leo – Si es solo… es solo qué… Abel – ¿Qué pasa? Leo – Es solo que Rosa nos atrapó plantando cacao sabanero y ella luego… Abel – ¿Y luego? Leo – Ella arremetió en contra de nosotros, sin ningún tipo de piedad… nunca pensé que una chancla sería un arma tan mortífera… Veo que Leo se soba la cabeza y parte de la nuca… es un exagerado, no creo que Rosa los allá golpeado tan fuerte… ¿verdad? Abel – O… oye, además por que carajos hacías plantando esas cosas. Leo – Son sólo semillas, la tierra de este jardín es muy fértil, aquí puede crecer lo que sea. Abel – Supongo… pero, de todas formas, para que querías plantar esas semillas de cacao. Leo – Te voy a ser sincero… estás semillas causan efectos alucinógenos si te las comes, es recomendable solo comer la mitad de una semilla. Abel – ¿Espera, esto es una droga? Leo – No, es solo una semilla, es algo natural. Ya entiendo porque Rosa se enojó tanto con ellos, ella ya se podía imaginar la motivación de estos dos. Leo – De igual forma no pensaba consumirlas, alguien se las dio a Red y simplemente pensamos que sería buena idea plantar aquí. Abel - Si tú lo dices… Leo - Olvídate de eso, de todas formas… ¿Qué le paso a tu camiseta? Leo señala con su dedo índice el agujero que tenía en mi camiseta. Abel – Ah… eso, yo solamente tropecé… se me enredo en una rama, jale la camiseta y eso provoco el agujero. Leo – Ah era eso… yo pensé que eras tan pobre que no tenías para comprarte ropa nueva. Abel – Vete a la mierda. Leo suelta una carcajada y luego procede a continuar el trabajo, me pongo unos guantes de látex y me pongo a arrancar la maleza. Al cabo de unas dos horas ya habíamos terminado de arrancar todo… carajo me dolía la espalda por estar tanto tiempo agachado. Rosa nos reúne a todos cerca de unas mesas y sillas de plástico que se encontraban cerca del cobertizo. Rosa – Les quiero agradecer a todos el buen trabajo que hicieron el día de hoy, fueron de gran ayuda, de momento eso sería todo, nos veremos el próximo fin de semana… Veo a Stella con una gran olla y a Fang con varios platos hondos de papel y cucharas. Rosa – Pero no se pueden ir sin antes cenar. Stella retira la tapa de la gran olla y de ella empieza a desprender un delicioso aroma. Rosa – Es pozole, una de mis especialidades, acérquense y les daremos un poco. Stella – Bueno acérquense que se enfría. Stella y Fang ayudan a servir la comida para todo el mundo, nos reparten un plato de lo que preparo Rosa a cada uno de nosotros, no puedo aguantar más y hundo la cuchara en la comida, luego paso la cuchara por la boca… oh Jesús Raptor esto está muy bueno, hace mucho no probaba algo tan rico, el delicioso pozole de Rosa fue suficiente para volvieran las energías a mi cuerpo. Pasamos la tarde comiendo y charlando, Stella se la pasaba presumiendo su nueva balaca de orejas de gato, Reed y Leo habían comido más que los demás hasta el punto de quedarse dormidos en unas de las sillas de plástico, Fang se pasó gran parte del tiempo en su celular. Ayude a Rosa a recoger los platos y la olla que luego devolvimos al club de cocina, además empacamos todo el equipo de jardinería en la gran bolsa de nilón para luego guardarla en el cobertizo, al cabo de unos cuántos minutos vemos que se nos acerca lo que parece ser el director Spears. Spears – Bueno jóvenes, les tengo que agradecer el duro trabajo que realizaron el día de hoy, sin más que agregar les deseo que pasen un muy buen fin de semana y espero que vuelvan con bien a sus hogares. El director Spears se despide con la mano y se marcha, los demás estudiantes empiezan a irse también. Reed – Bueno compadres ya nos tenemos que ir, acordamos reunirnos con Trish más tarde… Fang – Si… nos vemos en clase o algo. Reed se despide apuntándonos con los índices de ambas manos, Fang simplemente levanta la mano y se van. Leo – Yo también me marcho, estoy agotado. Rosa – ¿Estas disponible el próximo sábado para que nos ayudes de nuevo? Leo – Lo siento Ros, tengo prácticas en el club de natación, falte hoy para poder estar aquí, ya sabes por lo del castigo. Rosa – No me acordaba que estabas en ese club. Leo – No hay lio, si tengo tiempo me pasare un rato. Rosa – Esta bien, espero que no te vuelva a descubrir tratando de plantar cosas extrañas en el jardín, de acuerdo. Leo no dice nada y solo asiente con la cabeza, quedo perplejo al imaginarse que le haría Rosa si lo vuelve a descubrir. Stella – Si, yo también me voy, le prometí a mi papa que le ayudaría con un proyecto que tiene pendiente, ¿me acompañas Leo? Leo – Si no más remedio… Abel – ¿Acaso viven juntos o algo así? Leo – Técnicamente si, ambos vivimos en Sunrise Springs. ¿Sunrise Springs?, es un sector muy privilegiado. Abel – Ah, de acuerdo. Leo y Stella se despiden de nosotros dejándome de nuevo solo con Rosa… esto ya se volvió algo recurrente. Abel – Fue mucho trabajo el que tuvimos que hacer hoy, pero fue muy divertido pasar el sábado aquí. Rosa – Si… hubiera sido bastante diferente si no hubieras estado aquí. Abel – No… no lo sé con certeza… además te quería dar las gracias por la cena, es lo más delicioso que he probado en mucho tiempo. Rosa – Ah, solo lo dices para quedar bien, adulador. Rosa me da un pequeño golpe con su codo en mis costillas. Rosa – Supongo… quisiera quedarme un poco más, pero debo ir a casa por… ya sabes. Abel – Si claro, no te preocupes, de igual manera tengo que irme también, debo ir a la florería a ayudar un rato a mi Má. Rosa – Claro que sí, dale mis saludos a la señora Juliet, de acuerdo. Abel – Claro. Le doy un abrazo de despedida a Rosa… es difícil de explicar, pero siento su cuerpo más ligero, como si hubiera dejado caer un gran peso que llevara sobre sus hombros. Abel – No se te olvide escribirme si necesitas algo, cualquier cosa. Rosa – Pendejo, pero si yo no tengo tu número, tu escríbeme a mí, no Abel – Ah si… cierto cierto, lo había olvidado. Nos reímos un poco, ella se separa de mí y me entrega mi chamarra, casi la olvido, Rosa se despide con su mano y se marcha, se dirige al estacionamiento de la escuela para subirse a su auto. Me quedo un momento estático y miro mi camiseta con el agujero que tenía… un pequeño precio a pagar para que ella se sienta mejor.