Me han dejado frente al tramo de gradas del Instituto Volcano, en el ritual del primer día de todo adolescente. La entrada a secundaria. Mi padre solo da una leve sonrisa, llena de confianza; me tiende mi mochila con esos tirantes con facilidad de ajustar para los pteros. A pesar que su rostro tiene rasgos tenues que se te hacen casi imposible recordarlos, puedo ver la tranquilidad que desea transmitir a través de sus ojos. - ¿Te recojo a eso de las 1? – pregunta. Intento bloquear la ventana del pasajero mientras me bajo. - S-si – doy media vuelta mientras me despido con la mano. De reojo puedo ver como suspira y se aleja en el automóvil, lo cual me calma un poco ya que creo que fue comprensivo. No todos los días veras a una “pterosaurio” siendo acompañada por un humano, menos cuando este es su padre. Agradezco también que mi madre tuvo que prepararse para el primer día de clases, así no tuvo que acompañarme en esta mañana con tal de recibir a los nuevos estudiantes. Dos maneras de dejar un impacto en tu primer día: Tu padre es de otra especie y tu madre es profesora en tu nueva escuela. Suspiro y reviso la hora. “7 a.m.” digo para mis adentros. Genial, tengo 30 minutos que matar antes del inicio de la asamblea. Mi mirada vaga de un lado a otro. Todo tramo está lleno de mis futuros compañeros, cada uno con su grupo. Hay algunos que reconozco de habérmelos cruzados en algún momento por la calle, mientras otros solo eran otra mancha multicolor de fondo. - ¡…tiempo sin verte! - - ¿Vamos al muelle después de esto? – - He escuchado que el director Raight ha decidido por traer más skinnies – uno de los comentarios me llama la atención. - Hum, espero que no. Son raros y frágiles. Nos meteremos en problemas si desean estudiar aquí – sigue otro, que parece estar usando un cigarro electrónico. Lanza el humo hacia el aire, como si en su mano tuviera un cigarro puro, y no una baratija que a duras penas inyecta nicotina en uno… No que sepa por experiencia. - Ugh, será un asco y no solo por eso. Solo mira cómo se ha puesto Skin Row desde que más de esos primates se han mudado. Ahora ese lugar aparece como dos veces al día por algún tiroteo o asesinato en S – sus quejas siguieron, pero yo ya estoy dirigiéndome a la zona trasera del instituto. Pasar mis minutos frente a idiotas que están haciendo un perfil racial de al menos mi cincuenta por ciento de ADN, sería la peor forma de empezar mis tres años de instituto. Decido por dirigirme a la parte trasera del instituto, por el exterior. Se que hay bancas en las cuales puedo matar el tiempo mientras espero la campana y la llamada al auditorio para la reunión de primeros años. El instituto Volcano no ha cambiado demasiado salvo por una paleta de colores más vibrantes. Dorado y rojo adornando por sus pilares, o los murales de diversos dinos jugando algún tipo de deporte con una sonrisa en sus hocicos. ¡Y, un humano! Al parecer aun quieren empujar por eso de la inclusión, aun cuando el humano dibujado es diminuto y reservado a una esquina del mural. Bueno, algo es algo, creo… Después de admirar los dotes artísticos sigo mi peregrinación a una banca desocupada bajo la sombra de un árbol. Me deshago de mi mochila, dejándola a mi lado derecho. Estiro mis alas mientras mis manos encuentran la parte media de mi nuca. Lo que necesitaba, un momento para calmar mis pensamientos, dado que deberé enfrentarme a una situación con resultados negativos para mi vida social, tarde o temprano. Una situación a mi semejanza solo que en una forma adulta y con un temperamento capaz de humillarme frente a toda una habitación de adolescentes si en algún momento me salgó de la línea. - Será duro – me digo con lastima a mí misma. Pero hasta que ese momento llegue, soy libre para disfrutar como la brisa cepilla cada pluma de mis alas y revolotea mi lazo rojo amarrado en mi cresta. Escucho a algunos estudiantes que también tienen la misma idea que yo, desaparecer detrás del edificio en algún rincón de ese espacio abierto para no llamar la atención. No importa, si no molestan no importan en absoluto; o eso pienso mientras cierro los ojos extrañando mi guitarra en casa, pero siendo consciente que traerla y tocarla solo me haría “la chica ptero con falta de atención de papá que la viene a mendigar en el instituto”. ¿Quién haría eso el primer día de clases? Jesús Raptor, ya deseo que termine el instituto y ser libre de compañeros que serían los primeros en devorarme como pirañas al primer olor de debilidad en esta piscina llamada “la experiencia promedio de cualquier desgraciado que es un adolescente” … Bueno, no todos. Y es que el olor a lilas traiciona a la sigilosa y familiar triceratops, quien me rodea por la cintura con sus brazos. - ¡Sorpresa! – le tome de inmediato de las manos antes que terminará esa palabra, acercándola más a mí y desconcertándola. - Buen intento, pero tu perfume te traicionó, Sera – - Ow, eres fría, Amber – se queja, aun así, no se suelta. - ¿Por arruinar tu emboscada? – pude sentir como negaba con su cabeza pegada a mi mejilla. - No nos vemos en mucho tiempo y es así como me recibes – aquí viene el puchero. Solo me rio. - Vamos, Sera. Solo fue una semana y era un viaje familiar. Mis abuelos querían pasar tiempo con nosotros, e incluso mi papá no pudo ir. Todos los artistas locales queriendo grabar en el estudio le han vuelto un manojo de nervios – nos separamos. Eso me permite apreciar a mi mejor amiga. Una triceratops adolescente de coloración violeta, con un cabello ondulado cayendo como cascadas sedosas a los lados de su hermoso rostro con un mechón rebelde justo en medio de su frente, dicho cabello amarrado en una cola de cabello que de alguna manera acentuaba su feminidad en lugar de contenerla. Lo que hace tener una madre en el negocio de la belleza estética. Se sienta a mi lado, con una sonrisa capaz de enamorar a cualquier hombre, o mujer interesada, y por las miradas de algunos de los rechazados y asociales de los alrededores, está funcionando. - Toda una semana aburrida. Nadie con quien ir a Moe´s, o a la playa – finge un sollozo – Nadie que me acompañara en mis viajes al salón. Y mi mejor amiga en vacaciones paradisiacas – Le pincho uno de los costados y le saco de esa expresión. Solo reímos. - ¿Dime al menos que me puedo quedar en tu casa? – sus ojos tristes, está poniendo los ojos tristes. Joder, es muy buena en ello, sabe que no me negare. - Muy bien, pero debo preguntarle a papá sobre eso – - Oh, yo lo hago – Sera saca su teléfono móvil de un bolso sujeto a ella por una correa a su costado. Comienza a escribir con una velocidad vertiginosa, tanto así, que se tardó más en tener el dispositivo en sus manos que en escribir el mensaje. Después de unos segundos observo como se forma una sonrisa triunfante. - Dice que está bien. Solo nos vamos a detener en mi casa para llevar conmigo ropa y mi cepillo de dientes – al parecer dormiré tarde hablándole de mis vaca… ¿Por qué demonios, Sera, tiene el número de mi padre entre sus mensajes? Antes de que llegase a decir algo, un anuncio se hizo escuchar por los altavoces colocados por todo el campus. “SE LES ANUNCIA A TODOS LOS ESTUDIANTES DE PRIMER AÑO DEL INSTITUTO VOLCANO, DIRIGIRSE AL AUDITORIO DENTRO DEL EDIFICIO. EN QUINCE MINUTOS SE INICIARÁ LA ASAMBLEA GENERAL” … Tendrá que esperar. Me espera el evento más aburrido en todo el tiempo que le daré a este lugar. Tomé mi mochila, ajustando las correas para evitar lastimar mis alas. Juro que en momentos me hacen sentir como parapléjica al ver a otros pterosaurios con sus alas capaces de ocultar todo un brontosaurio con su envergadura, y en comparación, las mías a pesar de ser más abultadas, son modestas en comparación. Efectos de mi herencia, supongo. Al menos ponerme ropa no es tan incomodo. - Espero que no nos toque clases con algún idiota de profesor – se queja, Sera, a mi lado. - Eso es estadísticamente imposible – le respondo mientras arrastrábamos nuestros pies hacia el edificio principal. - Vaya, alguien esta entusiasmada por las clases – usa sus dedos para hacer señas de comillas, mientras tuerce su boca en una mueca – “Estadísticamente” … palabras demasiados grandes para ti que casi repruebas matemáticas el año pasado – - Oh, jódete ¿Cuántas veces me recordaras eso? – - Hasta que ya no dependas de mí para salvar tus plumas – le doy un pequeño codazo amortiguado por la chaqueta verde que tengo puesta, por lo tanto, las plumas en mis codos no la apuñalaron como debían. - Cállate. Solo… no estaba en mi mejor momento ese año – Sera me rodea con un brazo la cadera. - Lo sé, pero eso está en el pasado. Ahora es un nuevo comienzo, dejaremos atrás toda esa basura del campamento de verano – relajo los hombros. Tiene razón, ya no hay nada que me regrese a esos meses. Unos gritos me sacan de mi cabeza. - ¡Vamos, Reyes! – un grupo de estudiantes de varios años caminan a varios metros de nosotros. Todos llevan unas chaquetas deportivas, de color cian y letras doradas que escriben INSTITUTO VOLCANO. Con una simple mirada y supe quiénes son. El equipo de futbol se detuvo y un pachycephalosaurus de escamas amarillas y ciertos puntos blancos a través de sus brazos y cuello se dirigió al resto de chicos dinos. A pesar de tener una frente más pronunciada y alargada que el resto, o incluso su cabello teniendo una coloración naranja, todo el equipo le escucha en respeto nomás abre el hocico. - ¡Listos! – todo el equipo se separa en dos columnas, dejando un pasillo improvisado entre ambos grupos. Solo un par de estudiantes que no tienen chaquetas se quedaron frente a ese túnel, que por su apariencia es fácil de deducir que son de primer año. Unos cuantos compsognathus, con estaturas que estaban compitiendo con mi propia altura, se encuentran temblando frente al túnel. El líder del equipo los esperaba al final con una sonrisa engreída. - ¡Vamos, señoritas! ¡O llegaran tarde a la asamblea! – una mueca simulando enfado, sobre ese dino con un casco como frente, se dibujó – No necesitamos débiles o cobardes. Somos los Reyes Rex. Doble de nobleza y prestigio sobre las demás escuelas – oh dios, puedo sentir como mi cara se tuerce en una mueca. No puedo creer que lo haya dicho sin una pizca de vergüenza, pero lo más sorprendente es que ninguno del resto del equipo de futbol parece incomodarse, solo prestando atención a los chicos de primer año que tiemblan. Todos excepto uno que da un paso delante. No puedo verle bien. El estudiante de primer año se prepara en posición de carrera frente al pasillo. Los miembros del equipo tienen en sus manos algo parecido a libros de texto, lo suficientes pesados para imaginar lo que ocurrirá a continuación. - Recuerden, no cara – advierte el pachycephalosaurus. De inmediato, el alumno de primer año se lanzó contra el pasillo de dinos, siendo casi bombardeado al instante por golpes de esos ladrillos disfrazados de material de lectura. Los miembros del equipo de futbol vitorean y se ríen del desgraciado atrapado. Veo como algunos ponen sus pies para hacerle tropezar, pero este sigue avanzando. En menos de 15 segundos, ya se encuentra del otro lado, donde lo espera el capitán del equipo, y me permite ver quién es ese estudiante de primer año… - Bien hecho, es lo que necesitamos los Reyes Rex en el equipo – dice mientras le levanta, sacudiendo el polvo de su polo negro. Un raptor de coloración azul capri, que en esos momentos arregla su cabello lacio desordenado; a pesar de la paliza que acaba de recibir, este se muestra extasiado. - Todo por los Reyes Rex – dice, confirmando mis sospechas. Rápido me coloco detrás de Sera, quien solo levanta una ceja. Le hago un gesto, señalando a los del equipo deportivo y ella, sin preguntar, solo me acerca a su cuerpo. Normalmente esto me hubiera molestado, pero gracias a los genes de mi abuela y la estatura de Sera, puedo pasar desapercibida al lado de los atletas. Por fortuna, estaban demasiado ocupados haciendo la iniciación con los reclutas que no repararon en nosotras, mientras nos escabullimos en el edificio principal. No quiero iniciar la semana teniendo que enfrentarme a fantasmas del año pasado. - ¿Lo conoces? – pregunta finalmente Sera. Solo asiento. - Es el hermano de la chica que le rompí el hocico en el campamento – suelto en el instante en que entramos en el edificio principal, asegurándome de nadie cerca. - Maldición, esa si es una mala broma del destino – Sera deja de abrazarme y ocultarme. Estiro mi ala derecha, y con cierta dificultad, la izquierda - ¿Adivino que no sabes nada de ello? – - No. O sea, el campamento reunía a varios de ciudades cercanas, así que nunca pensé que fueran también de Volcadera – suspire, aunque luego intente mostrar una leve sonrisa al ver el rostro preocupado de mi mejor amiga – Bueno, es lo que es. El lugar es grande, si estoy fuera del camino de esos cerebros de músculos no creo meterme en problemas – Sera chasquea la lengua antes de soltar lo que parecía guardar desde mi revelación sobre ese raptor. - ¡Esto apesta! Pones a una perra en su lugar, y ahora tu debes de ocultarte – - Vamos, Sera. Yo también no tuve que… - - No, Amber. Cualquiera habría hecho lo mismo, solo porque luego te regañaron diciendo “Tuviste de tomar otro camino” y esas estupideces, no significa que ellos tengan la razón, mucho menos que ellos mismo lo creen. Solo deseaban salvar cara – - S-sí, quizás tienes razón – miento, mientras relajo mis hombros. No deseo que ella se altere más, y además perder tiempo en algo de lo cual no puedo corregir… ya que importa. Mi meta es pasar un año sin drama, enfocarme en seguir practicando mi guitarra y pasar tiempo con Sera. No ser una paria social, hablar con los demás, pero tampoco acercarme demasiado… es mejor que no sepan sobre que tengo un padre humano. He escuchado tantos comentarios contra los “Skinnies” en esta medio hora, que en todo el pasado mes. Arrastramos nuestros pies hacia el auditorio, haciendo uso de paso de algunos vitrales para arreglar mi cinta roja amarrada en mi cresta, y Sera poniendo unos cuantos mechones de su cabello ondulado en su lugar. Me fijo en la camiseta roja sin mangas que usa, y debajo de esta combinando con una simple camisa negra de mangas cortas. Un pantalón de mezclilla con leve desgaste en la parte de las rodillas, complementan su conjunto. Demonios, ella dentro de un par de años podría trabajar como una modelo. Esa ropa no oculta las “armas” que heredó de su madre, menos la altura. En cambio, yo me encuentro más en el lado modesto. Mi ropa tampoco es algo que busque hacerme resaltar; llevo una chaqueta verde oscuro y debajo una camisa blanca con el logo de “The Fossiles” en negro, una banda la cual culpo a mi madre de que me gusten tanto a pesar de ser música para “viejos”, pero al diablo, es lo que sucede cuando creces con una maestra de música con un gusto por el rock británico. “¡Oi! ¿Necesitan una loisencia para escuchar esa música con ese volumen, señouritas?” se burla siempre mi padre cuando nos atrapa escuchando sus canciones. No puedo evitar reír entre dientes al recordarlo. Arreglo mi short negro, se han doblado los bordes y los ajusto para que regresen a la altura de mis rodillas. Es incomodo, pero con mi sangre caliente, usar unos pantalones con este clima solo me va hacer ahogarme en sudor. Desventajas de ser parte homínida, supongo. - Vamos. Mientras más rápido lleguemos, podremos irnos a los asientos del fondo – le digo mientras termino de acomodar el nudo en mi cinta. - Suena a un buen plan – Las puertas del auditorio están abiertas de par en par, con un humano escuálido sosteniendo un extremo y del otro un cavernícola de aspecto tosco. Por los uniformes con el nombre del instituto, supongo que son los conserjes. Espero que no lo lleven demasiado mal trabajando entre los dinos; aunque por como algunos parecen evitar incluso reconocer sus existencias, supongo que mis preocupaciones se ven confirmadas. Paso al lado de ellos y les agradezco por lo de la puerta. Puedo sentir las miradas de juicio de los otros estudiantes, pero la oscuridad de la amplia habitación con las pocas luces iluminando el escenario me permite escapar de estas. Escabulléndonos, llegamos a los pocos asientos desocupados en la parte más alejada de los demás estudiantes. Ignoramos a las obvias parejas que se besaban (y esperaba que nada más) resguardados en la negrura del espacio. Una vez sentada, puedo observar que a nuestra derecha hay dos chicos hablando, lo cual no sería raro, si no fuese porque ese par está conformado por un tiranosaurio vestido a camisa de cuadros de baja estatura, incluso más bajo que yo, y el otro es un humano, con cabello largo y desordenado… me es raro. Todos los humanos del lado de mi padre tienen una muy marcada falta de cabello, y ver uno sin ese rasgo… ¿Acaso he vivido creyendo en un estereotipo toda mi vida? ¿Qué pasará a continuación? ¿Me dirán que no todos los homínidos se fascinan con el fuego? Desvió la mirada, no quiero volverme como los otros dinos que parecen juzgar al encontrarse algo fuera de lugar. Sera no parece darse cuenta por la manera en que su vista se fija en el escenario. - ¿No pueden apresurarse? – se queja. Antes de soltar otro lamento, las luces restantes del auditorio se encienden, dejando mis ojos ocres cegados por unos momentos y por la reacción de mi compañera, también pasa por lo mismo. Unos aullidos acompañan la súbita luz, y reconozco las voces de inmediato. Son el equipo de futbol quienes no parecen interesados en respetar al personal dado a los gritos y vitoreadas lanzadas, mientras toman asiento en medio del estudiantado ¿Creía que esta asamblea solo era para estudiantes de primeros años? Puedo distinguir al raptor azul capri, algo que me saca de mis pensamientos. Trato de hundirme más en el asiento. Espero que no me vea. De entre los primeros años que pertenecen (al parecer) del equipo de futbol, es el único entusiasmado. Los demás parecen haber sido arrollados por un camión… lleno de vacas como cargamento, así que supongo como les fue en su iniciación. - ¡Atención! – un suchomimus de mediana edad, con cabello grisáceo y un bigote en su hocico que le hace juego, tomó el micrófono, cortando el ruido del equipo de futbol. Cuando este tiene la atención de todo el cuerpo estudiantil, empezó a malabarear el micrófono en su mano izquierda para luego pasarlo a la derecha, girarlo como otras seis veces para luego regresarlo a su mano izquierda. Con un chasquido en su mano desocupada, vuelve a dirigirse a nosotros – Mi nombre es señor Magnum Ocelt, y soy el vicedirector de esta escuela. Es un placer ver a todos estas nuevas caras… - aquí empieza el discurso. Inspecciono el resto del escenario, y puedo ver al resto de los profesores. Uno que intenta pasar como un ¿samurái? Hasta tiene espadas en su cintura… Lo ignorare por el momento. La siguiente… ¿tiene títeres en ambas manos? La cabeza empieza a dolerme. Sigo inspeccionando a los demás profesores. Algunos más extraños que los anteriores, así hasta que la encuentro a ella sentada de forma modesta. Con su cuello de tortuga color mostaza que termina a unos centímetros de su ombligo dejando un espacio para ver su estómago, un pantalón azul de tela y unos zapatos que hacen juego con el cuello de tortuga. Pero sobresale dos detalles, y no son sus alas dobladas detrás de ella, sino es el collar color ámbar que imita el brillo de sus ojos. Parece estar inspeccionando con esos mismos ojos a los estudiantes delante de ella. Una sonrisa en su hocico alargado se forma cuando estos se posan en una de las últimas filas del fondo, fijándose en la chica que tiene al lado a una joven triceraptops que en este momento revisa su móvil. Oh, maldición. No pude evadirla y ahora tendré que aceptar lo que venga. Luego de que el vicedirector termino por vislumbrarnos con otro espectáculo de sus malabares al terminar su discurso, este decide por dejar el micrófono en el podio, mientras anuncia con cierta molestia en su voz. - Con eso dicho, todo esto lo lograremos con el liderazgo de nuestro gran director. Recibamos con un aplauso a Raight Damagi – los del equipo de futbol comienzan a aplaudir en unisonó. Los demás se les unen, incluso algunas parejas cerca de nosotras lo hacen. Ahora si tengo curiosidad de quien es ese director para causar este efecto. Del escenario, casi sin aviso, aparece una figura caminando como si no tocase el suelo. Casi deslizándose. Mientras más se acercaba, facciones se le suman a esa sombra blanca y comprendo de inmediato porque me es tan difuso. Plumas igual de blancas a las mías y de mi familia que tiene en sus alas, con la distinción de color dorado en la punta de estas, creando una cascada inmaculada de blanco solo interrumpida por momentos de franjas doradas. Sus escamas son de un color hueso con solo su cresta de color gris destacando de ese pterosaurio casi monocromático, incluso más que mi madre o yo con nuestro color menta de piel. Sus ojos rojos denotan en medio de esa desconcertante blancura. Se acerca, toma el micrófono con la mayor naturalidad, y se detiene al filo del escenario, sonriendo a todos. Es como ver un sol frío… algo que ves en un presentador de algún concurso, solo que más carismática si es posible, pero aun sabes que no es genuina. - Gracias, vicedirector Ocelt – su voz es igual de serena que su apariencia. Su traje beige, combinado con esa camisa blanca debajo y una corbata roja oscura, reforzaba esa apariencia – Me lleno de orgullo al saber que el instituto Volcano continúa trayendo ante nosotros jóvenes prometedores – Extiende su mano hacia el público. - Cada uno logrará hallar la grandeza en nuestras aulas, siempre que tomen la mano que les tendemos. Y solo ello es nuestro propósito, sea a quien sea. Desde los tiranosaurios, hasta estegosaurio. Y en estos tiempos turbulentos, hasta cualquier homínido puede encontrar su hogar aquí. Sea cavernícola, humano o cualquiera en medio – eso último me molesto, pero me calmó en especial cuando siento la mirada de ella sobre mí. Contrólate, Amber, el director no lo dice con intención – Dinosaurio y humano. Encontrarán como los valores del instituto Volcano los llevarán al camino de la rectitud. Ahora, no me extenderé más, pero dejaré que pase con nosotros el embajador estudiantil de este año, y héroe del instituto ante los resultados de la temporada pasada. Recibamos a Dylan Nedry – otra vez, el equipo de los Reyes Rex erupciona en aplausos, solo que esta vez su capitán se levanta, levantando los brazos alentando al resto. - Era de esperarse que fuera el embajador estudiantil – dice Sera a mi lado. - ¿Embajador? – es la primera vez que escucho ese término. Ella se encoge de hombros. - Es una manera arrogante que es el chico poster de la escuela. Se la pasa dando anuncios y dando eslóganes contra el acoso escolar – se queja. Ahora comprendo porque todo el equipo está ahí, a pesar de ser esta asamblea exclusiva para primeros años. Recuerdo lo que paso hace unos minutos, en la parte trasera del campus. - Pero si hace un momento lo vimos haciendo esa iniciación… - - ¡Por eso mismo! – su alza en voz me toma desprevenida – Lo siento, pero siempre ponen al mayor idiota en esos cargos. Ahora es de mantenerse alejadas de todo ese grupo a como dé lugar, porque ese idiota de seguro es el rey de este lugar – solo logro suspirar ante la noticia. Maldición, por segunda vez este día, otro problema a evitar. El pachycephalosaurus llego al escenario, tomando el micrófono del director Damagi, con una leve inclinación de su cabeza ante la autoridad. - ¡Instituto Volcano! ¡Este año mostraremos que somos los mejores y no tenemos igual! – vaya que tiene pulmones cuando se lo propone - ¡Todos daremos nuestro esfuerzo, no solo el equipo de futbol! ¡Atletismo! ¡Clubes culturales! ¡Hasta los empollones del grupo estudiaran mejor que cualquier otro en esta ciudad! Este es nuestro año – vuelve a recalcar. Varios le aplauden, e incluso hubo risas con su broma de los empollones. Dylan se ríe ligeramente – Pero en serio, hay un rival más grande que derrotar. Uno más grande que cualquier temporada o examen. Este se llama bullying, o acoso, una práctica asquerosa que no se tolerara y como embajador de todos ustedes, no solo debo recordarlo sino debo de mostrarlo. Así que, si tienen un problema, acérquense, haré lo imposible para ayudarles, en especial a ustedes, los homínidos, queremos hacerlos encontrar su lugar aquí… - oh, no. Se dirige a nuestra dirección, ya que hasta ahora puedo notar que unos cuantos humanos y cavernícolas están ocultándose al igual que Sera y yo, en el fondo del auditorio. Y no solo es el capitán, sino es todo el equipo y unos cuantos estudiantes que han volteado a ver hacia atrás. Apenas puedo mover mis alas para bloquear a los ojos asaltantes, pero es demasiado tarde, entre todos los que giraron, el peor resultado se da: el raptor azul capri también giro, y su mirada no se detuvo en los humanos detrás. No, se ha fijado en mí, clavando sus pupilas en las mías. La sonrisa compartida por el equipo de futbol se desvanece de su hocico, volviéndose en una mueca grave. Por lo que se sintió como dos visitas al dentista seguidas, este no aparto la mirada, hasta llegado un momento en que alguien a su lado le habla. Ese raptor solo parece recuperar la compostura y retomar la expresión antes de nuestro encuentro. ¡Mierda! Maldición, por una jodida tercera vez este día. Creo que Sera ha notado mi aflicción, al poner una mano sobre mi pierna. Yo solo le hago un gesto de encontrarme bien. Ya no se puede cambiar nada. Al menos solo deseo pasar el resto del día sin ninguna sorpresa. El capitán del equipo, Dylan Nedry, se baja del escenario en medio de aplausos. El director Raight llama a la calma. - Ahora, para terminar la asamblea, nuestro personal docente se presentará – con ello, uno a uno de los profesores pasaba a presentarse. Y se lo que me depara. Llegó el turno de ella. - Es un gusto conocer y poder compartir esta experiencia con ustedes – sus ojos parecen escanear la habitación. Se lo que busca, mejor dicho, a quien. Y es cuando nuestras miradas se cruzan, que prosigue como si no se habría detenido en primer lugar – Mi nombre es Lucy Mous, y seré la profesora encargada de las clases de música. Llevémonos bien este año – una presentación sencilla, no demasiado larga. Nunca ha sido de dar discursos o intentar fingir que algo es demasiado importante de lo que es. Pero su presencia hizo que algunos soltaran comentarios. Entre ellos de varios chicos diciendo “Mommy” “MILF” y demás. Empieza la tortura, lo malo de que, en mi familia de lado materno, las mujeres no aparentan la edad que tienen. Y es que mi madre, Lucy Aaron (ahora Lucy Mous), atrae la vista por donde va. Sus alas blancas y cabello plateado, recogido en una cola de caballo, solo parece resaltar su presencia y una extraña dignidad la cual nunca he visto desvanecer. Ni siquiera cuando regaña a mi padre por casi quemar la cocina por experimentar con sus platillos, o por las mejoras a mi mascota, RAYmba. Y creo que no he sido la única en notar ello, ya que ahora no solo el raptor ha vuelto a dirigirse a mi dirección, sino ahora se giraba de mi madre hacia mí. Repetidas veces, hasta qué por medio de su expresión pude intuir como los engranes en su cerebro de reptil giraban y una mueca siniestra sustituye su sorpresa inicial. - ¿Pasa algo, Amber? – Sera me sacude. Me hundo en el asiento - Creo que quiero transferirme – suelto. Creo que es demasiado temprano para maldecir mi vida una cuarta vez. Vamos, Amber. Ni siquiera ha pasado la primera clase.