Relatos cortos de Pdcs: La vieja Cielnol. by destruteka Nos encontramos al norte del mundo de Petria, en el tranquilo y rústico pueblo de Osli, continente de Noblion. Año 3430 cl. Una lenta guerra a tres bandos se está librando por el control de una gran ciudadela helada llamada Le Krustion desde el 3404 cl. Los altos elfos junto a sus aliados humanos, Drakos (Dragones antropomórfico), Cielnol (Ciervos antropomórfico) y Kasterras (Gatos antropomórfico), contra Los elfos Oscuros y contra La horda helada de elfos de Hielo junto a gules, luchan día a día. La población paga las consecuencias. El día anterior esta aldea fue atacada por los Elfos Oscuros. Nos encontramos en uno de los numerosos Castros Cielnol. Este es algo más grande que los demás. Tiene unas pequeñas murallas alrededor de la puerta de madera bastante vieja y robusta. El techo es de paja en forma de cono con una chimenea de piedra saliendo levemente por su derecha. Las paredes son un muro circular de piedra bastante grueso con musgo con un segundo círculo más pequeño en la izquierda, que es un baño. En el interior, nada más entrar, hay un plato con unas rodajas de pan encima de una mesa con 4 taburetes de madera a su alrededor. Por la izquierda una cama hecha de madera, bastante ancha, con un montón de paja y sábanas de tela encima de ella. En el centro, al fondo, otra cama más pequeña. A la derecha del todo podemos encontrar una cocina de piedra, y a su izquierda platos hechos de cobre y barro. En su centro vemos utensilios de cocina colgando del techo junto a unas tiras de ajos y cebollas. Debajo, a su derecha, hay unas cestas, abundantes verduras en una de ellas y leños de madera en otra. Y más a su derecha la puerta que da al baño. En el centro podemos ver que el suelo es de tierra. Hay una alfombra marrón de paja. Encima de ella hay un viejo Cielnol de cola negra Macho, de cuerpo robusto y ancho y pelaje marrón, barriendo la suciedad que hay en ella. Él es Bricio. Sus pezuñas son bastante robustas, piernas un poco más finas pero rudas y viste un pantalón hasta las rodillas de arpillera, con numerosos parches de tela. La camisa es de fina tela amarillenta que tapa su cinturón de cuerda, las manos son fuertes y tiene numerosos callos. Sus pómulos son anchos, de mirada cansada. No tiene muchas arrugas por el rostro, ojos marrones y en su oreja derecha tiene un lunar negro. Pelo rubio despeinado y gran cornamenta. Se toma con calma su labor. La puerta se abre. Una Entristecida vieja Cielnol de cola blanca, complexión flaca y con algo de barriga entra. Con un pelo rebelde en lo más alto de su cabello rojizo y oscuro junto a una larga coleta que bordea su clavícula, por la izquierda, hasta su pecho. Ojos marrones, expresión y mirada cansada. Morro fino, arrugas, ojeras y patas de gallo marcadas, sus orejas son finas y están caídas. La oreja izquierda tiene un corte por debajo y es reciente. Lleva puesta una capa corta con capucha negra, viste una camisa de tela verde y encima un corset élfico marrón. Sus pantalones son verdes oscuros, sus piernas están en forma y sus pezuñas son pequeñas. Bricio deja lo que está haciendo y la mira. -Y bien, ¿conseguiste algo, Orla ? - comenta Bricio. -Nos atacan por la noche, hieren a muchos de nosotros, incluido a mi hija Lyta- dice Orla devastada. -Y .. y secuestran a todos los niños pequeños que pueden, ¡¡incluida a mi nieta!!, ¡¡en su propio bautizo!!. Orla se sienta en el taburete más cercano. -Y… y… no hacen nada. Esos altos elfos me dijeron que no se querían meter en terreno pantanoso. ¿Se hacen llamar nuestros aliados? - exclama muy enfadada. -Qué vergüenza - Vuelve a entristecerse. -El capitán de los Drakos me dijo que tenía problemas más importantes. Orla se tapa la cara con las manos y se inclina intentando contener las lágrimas. -Me dijeron que se los llevaron a su campamento base, cerca de las montañas de Oilithrighy. Los van a convertir en Acólitos oscuros. Un arma viviente… es… es… snff… no.. no puede estar pasando esto... ¿Por qué a nosotros?. Bricio deja la escoba y se acerca a Orla. Se agacha un poco. -Que esperabas Orla, son tiempos terribles - dice Bricio muy convencido. - Ni tú, ni yo, ni nadie de Osli estaba preparado para lo que ocurrió. Ya viste como se puso el marido de tu hija. Eso de querer remover cielo y tierra siendo cojo no creo que sea buena idea. Algo tonto por su parte. Orla levanta la cabeza con el ceño fruncido y las orejas hacia atrás, clava su mirada en Bricio. -¡El tiene nombre. Se llama Hazel. Es un amor de persona y no es tonto por querer salvar a su hija !- exclama Orla enfadada. Bricio se encoge y pone cara de pena. -Disculpa Orla. No era mi intención.- responde entristecido. Orla mira hacia otro lado y se queda pensativa durante unos segundos. -Tal vez si contratamos a un grupo de héroes en O'solen.- comenta Bricio. -Pero el viaje sale caro, y aún más contratar a uno de esos guerreros. Ni hablemos de los piratas y bandidos. Bricio se rasca la cabeza. -No es… *tose*... es una opción. Pero ya oíste a tu hermano, tienes 67 años, no deberías ir a ningún sitio y menos a O'solen. Orla se incorpora levemente. -Tal vez no sea la única opción- dice Orla con un tono tranquilo. Alza su mirada con un leve brillo en sus ojos y mira a Bricio. -¿Recuerdas cuando éramos niños, y nos contaban historias de que había un monstruo de grandes cuernos, merodeando por las frondosidades de los bosques?. ¿Y observaba a las víctimas distraídas que se quería comer desde las profundidades?. -¿Que pretendes Orla?- duda Bricio. Orla se acomoda en el taburete. -¿Te acuerdas ese día cuando éramos adolescentes, en el que estábamos todos paseando por las profundidades y decidimos subir aquella montaña ?- dice Orla. -Si, ese día te despeñaste por la ladera al intentar coger unas moras.- recuerda Bricio con tristeza. -Suerte que los pinos te engancharon y aliviaron tu caída, te juro que pensé que te habíamos perdido. Veinte metros son muchos. -Recuerdo que pasaron unos segundos... seguía algo consciente… empecé a ver que algo salía desde la espesura oscura... se acercaba…- comenta Orla con la mirada algo perdida. -¿¡Viste al monstruo!?. ¿¡¡Y no nos lo contaste !!?- exclama Bricor sorprendido. -Tal vez, o tal vez no.- dice Orla. -Vi a una Cielnol con cuernos, de ojos celestes y cabello dorado, llevando una cesta de mimbre llena de setas. Cuando se acercó parecía que tenía intención de ayudarme…, pero al escuchar vuestros gritos a lo lejos se volvió raudamente a la frondosidad. -Orla, ese día te rompiste una costilla, y te golpeaste muchas veces la cabeza. ¿Estás segura que no era una alucinación? - comenta Brico algo nervioso con los ojos muy abiertos. -¿¡¡Sabes acaso lo que implica que haya una Cielnol con cuernos !!?. ¡Es peor que un wéndingo!. -La veía muy real. Tal vez ella pueda ayudarnos.- dice Orla con un tono calmado. Bricio se lleva las manos a la cabeza. -¿Has perdido el juicio?- comenta sorprendido. -Dime que estas delirando. Orla se levanta del taburete y mira fijamente a Bricio. -Voy a dar un paseo. No le cuentes a nadie lo que hemos hablado ahora- dice serenamente Orla. -Vale, has perdido el juicio Orla- dice Bricio con un tono serio. -No, es una oportunidad, una esperanza, que no voy a desaprovechar Bricio- responde Orla convencida. -¿Y si fue tu imaginación ?- le pregunta Bricio. -Entonces habrá sido otro viaje en vano, como el que hice hoy- responde Orla. -¡Bricio!, estoy convencida de que fue real. Saldré ahora mismo. Dile a mi familia que fui a buscar setas. -¿Qu.. qué?, ¿y tu hermano ?- pregunta Bricio incómodo. -Dile que vaya a buscar moras- comenta Orla sarcásticamente. Orla coge un quinqué de hierro que estaba oculto debajo de la mesa y luego se pone en pie. -Al menos coge algo de pan para el camino, no has comido nada desde ayer- comenta Bricio preocupado. Orla coge una rebanada de pan, se pone la capucha y abre la puerta. Entonces mira hacia atrás durante un instante. -Hasta luego Bricio- dice Orla en tono familiar. Mira hacia el exterior y sale de la casa, cerrando la puerta muy apresuradamente. - ... si, se ha vuelto loca. Pero espero que tenga razón, al menos esta vez- dice en tono bajo Bricio. Este coge de nuevo la escoba y sigue barriendo. Orla decidió adentrarse en las frondosidades del bosque y volver a esas montañas donde vio a la extraña Cielnol. A medio camino encontró a unos guardias altos elfos que la conocían de cara. Le aconsejaron volver a su aldea. Se negó y siguió avanzando hasta finalmente llegar a su destino. El lugar donde ella cayó hace años. Unas horas más tarde llega al lugar, un bosque de pinos algo frondoso rodea a una alta montaña por su pie, tiene varias moreras en su ladera y en su cima hay un fresno grande. Orla llega al lugar donde vio a esa extraña y empieza a buscar alguna huella. Después de unas horas buscando encuentra una piedra de cuarzo que parece un rostro. Se pone de cuclillas y la coge, pero se percata de algo. Al lado de la piedra y debajo de un diminuto arbusto hay una enorme huella de oso. Es muy reciente. Se altera un poco. De repente se escucha el sonido de un arbusto sacudirse. Se levanta asustada, clava su mirada en el matorral de donde proviene el sonido y acto seguido emerge la cabeza de un humano, de cabello rubio, ojos azules y barba recortada. El hombre gira su cabeza y mira a Orla con una cara de pato que cambia rápidamente a expresión imperturbable. Orla se le queda mirando también con una cara neutral, pero con los ojos muy abiertos. Pasan unos segundos incómodos. -Em… ¿Hola?- dice Orla algo extrañada. El humano sacude su cabeza. -Ooo, disculpe si la he asustado, no era mi intención. Jeje- contesta el humano. -Bueno, solo un poquito- comenta Orla. El humano se levanta del matorral. Orla alza su mirada y se cae de culo muy sorprendida. Mide más de dos metros, su cuerpo es grueso y muy musculoso. Tiene varios tatuajes norteños. El que más destaca es un dragón posado en un escudo redondo que está dibujado en todo su pecho y vientre. Lleva unos pantalones cortos de pieles. Unas botas grandes de cuero. En su espalda lleva una enorme mochila de tela con un arco marrón claro. También se ve una olla de hierro colgando de la mochila. -Cuernos, nunca había visto a un humano tan grande. -Si, disculpe si la sorprendí. Jeje.- dice el humano moviendo levemente sus manos. Mi padre es norteño y mi madre una Gigante de Archana, yo soy mestizo.- El humano se agacha y le da la mano a Orla. -si me permite señora. -Gracias Joven- agradece Orla mientras le ayuda a ponerse en pie. -Si me permite también ¿Podría hacerle una pregunta ?- dice el humano. -Claro hijo, dime ¿que quieres saber?- responde Orla. -¡¡HUY!!- expresa el humano. -Es verdad, que cabeza mía, lo olvidé, ¿dónde están mis modales?. Me llamo Nag, soy cazador. -Yo me llamo Orla, de Osli, un gusto- responde Orla de nuevo. -Pues verá señora Orla. Un oso decidió destruir y comerse mi colmena de abejas. ¡¡¡Y encima el muy goloso entró en mi despensa y arrasó con mi aguamiel!!!. ¡Maldiciones!, yo me encontraba cazando unos ciervos y…- Nog, se queda pensativo unos segundos mientras mira a Orla. -e…. Disculpen si suena violento… - dice con una sonrisa incómoda, mientras juega con sus dedos algo nervioso. -O, no te preocupes - responde Orla amistosamente. -La naturaleza es así. Y siempre lo será. -Vaya, es… es la primera vez que una Cielnol no me echa en cara que cace a sus antiguos [1] -Bueno, ejem. respecto a lo del oso. -Perdí su rastro al entrar aquí y llevo días buscando. ¿Por casualidad has encontrado o visto algún rastro de un oso?. Orla aparta el pequeño arbusto y señala las huellas de oso. -¿Cómo esta?. -Oooo, ¡finalmente! - dice aliviado Nog.- Después de lo que pasó anoche, esto es una grandiosa noticia. Orla levanta su ceja derecha y le entra la curiosidad. -¿Qué te pasó ayer por la noche?- Pregunta Orla. Nog cambia su expresión de felicidad a una más neutral. -Pues fue la primera vez que pasé miedo en mi vida- responde Nog. Orla Abre bien lo ojos y levanta sus orejas. Nog cuenta su historia. -Después de levantar mi campamento, encender un fuego y cenar un rico estofado de cebolla, conejo, puerro y patata con perejil, me acosté. Creo que esa fue la causa de que pasara lo que paso, ya que deje unas sobras en mi olla sin tapar. Era medianoche. Un sonido me despertó. Me percaté de que el fuego se había apagado. Salí de mi tienda de campaña con mi hacha en una mano y mi linterna rúnica en la otra. Algo se estaba moviendo en la noche, y era muy veloz. No podía verlo. Estaba tan nervioso que no me había dado cuenta de que tenía mi linterna al revés. Cuando por fin la encendí vi unos cuernos moverse. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Pensé que era un wendigo. Pero descarté ese pensamiento unos momentos más tarde, ya que esas bestias nada mas te ven van a por ti. Luego reinó el silencio. No escuchaba nada, hasta que algo se movió detrás mía. Me giré y vi una piedra pequeña que no estaba antes. Luego escuche como el viento se acercaba fuertemente. El aire me dio en cuestión de segundos y después de eso, empecé a oír una risa que se iba alejando.- Nog toma toma un poco de aire. -Una experiencia horrible la verdad, no dormí nada. -Bueno, ya se que no tengo que pasar la noche por estos lares- dice Orla muy convencida. -Si, y haces bien- contesta Nog. - También he de decir que cuando amaneció empecé a explorar la zona por donde había escuchado las pisadas. Para mi sorpresa encontré unas huellas de Cielnol. Eran lo suficientemente pequeñas como para no ser de un ciervo antiguo. Orla parpadea dos veces y mira a Nog con sorpresa. -Así que a lo mejor sería algún ladrón o alguien que quiere gastar una jugarreta… Conozco a un Cielnol que le encanta hacer eso… y de hecho creo que sería capaz de haberme seguido… pero sería muy estúpido por su parte.. emm..- divaga Nog. -Nog, ¿donde encontraste esas huellas?- preguntó Orla apresuradamente. Nog se agacha y empieza a dibujar en el barro. -Al este de aquí. Cuando encuentres una gran roca partida, ve a su derecha y encontrarás un esqueleto de jabalí. Están muy escondidas, pero las verás en medio de esas dos cosas. Nog se levanta. Orla mira el dibujo detenidamente. -¡Muchas gracias!- contestó feliz Orla. -No hay de que. Y ahora si no tiene más preguntas debo, mi bella mujer, tengo que atender un asunto que lleva semanas esperando- dice Nog entusiasmado. -Mucho gusto conocerte, suerte con la caza. -¡Hasta luego!. Nog sigue el rastro del oso mientras que Orla se va al este. Después de un rato llega al lugar exacto. Efectivamente son huellas de Cielnol. Empieza a seguir el rastro que lo lleva hasta un pequeño desfiladero. Poco a poco se va haciendo más estrecho y oscuro. El final del desfiladero es un pequeño túnel. Orla enciende su quinqué y procede a entrar. Pasan unos segundos caminando esa estrecha zona rocosa. Entonces ve una grieta por donde entra la luz al fondo de la cueva. Y al fin sale del túnel, Orla se queda asombrada y empieza a adentrarse. Un pequeño valle se muestra ante ella, el suelo está poblado de abundante hierba verde. Hay un pequeño riachuelo que nace por su derecha y pasa por la mitad del valle. Al otro lado del agua cristalina crecen varias zarzas de moras junto a un enorme olmo bastante viejo, con un montón de runas colgando de sus grandes ramas. También se ven unas piedras con runas en sus raíces llenas de musgo. En el medio del valle hay una roca. Parece que está habitada ya que tiene una puerta y una ventana de madera. También a su lado derecho se alza un tendedero muy sencillo hecho con dos troncos y una cuerda. A su izquierda se observa una pequeña zona labrada con varios tipos de verdura. Orla no se lo piensa ni dos veces y abre la puerta de la cueva con un empujón suave. La puerta se cae haciendo un estruendo terrible. Algo salta desde las sombras en el fondo de la casa. Orla pone cara de culpabilidad, entra dentro de la cueva y pone la puerta de nuevo en su sitio. -Perdón, ya lo he arreglado…- dice Orla bastante arrepentida con una sonrisa incómoda. Orla mira hacia el fondo. Consigue ver entre la oscuridad una mesa de madera con cubertería y una vela encendida encima de ella, un taburete muy rústico y una especie de horno hecho de barro de manera muy extraña. Algo se acerca desde las sombras y coge un cuchillo de la mesa. Orla retrocede algo asustada y empieza a temblar. Mientras la sombra se acerca lenta y cuidadosamente a ella. -Disculpe no era mi… - comenta inquieta. Orla abre bien los ojos al ver que la sombra con la luz de la vela se vuelve una Cielnol bastante joven, con una cornamenta larga y fina, de cabello rubio con dos mechones hacia su izquierda, grandes ojos de color celeste, orejas pequeñas, senos grandes. Viste una camisa vieja de arpillera y un cinturón de piel blanco con unos pantalones verdes muy rotos de tela. Sus piernas tienen mucho pelaje y las pezuñas están relucientes. -¿Qué haces aquí? -pregunta la cielnol extrañada mientras apunta con su cuchillo. Orla se queda perpleja mirándola . -Así que eres real... yo.. te vi, ese día, no fue mi imaginación, ¿Eres real?- dice Orla algo embobada. Una leve mueca de sorpresa recorre la cara de la Cielnol. -...um…- dice mientras levanta una ceja. la cielnol Baja su cuchillo lentamente y empieza a recordar. -Creo que me acuerdo…- -¿Fue hace cincuenta y algo de años?- -Si… y mírate ... sigues igual... es como si la vejez no existiera en ti.- dice Orla perpleja. -Sí, vale, lo que tu digas. ¿Cómo me has encontrado? -dice la cielnol con voz cortante. Orla cierra la mirada un momento y sacude levemente la cabeza hacia los lados. -Seguí unas huellas desde la montaña y me llevaron hasta aquí. La Cielnol frunce el ceño y mira hacia otro lado. -¡Maldita sea, pensaba que las había borrado!- Expresa la Cielnol, y vuelve a mirar a Orla con desaprobación. -Y ahora tengo un problema. Orla se acerca apenas a un metro de la extraña Cielnol. Esta retrocede un paso. -Yo me llamo Orla, soy de Osli. ¿Usted tiene nombre ?- Pregunta con curiosidad. -Noooo, soy un ente y todo lo que ves es producto de tu imaginación.- expresa la cielnol con un tono algo sarcástico mientras mueve las manos. Rápidamente Orla le pone la mano derecha en el hombro izquierdo de la Cielnol. -¡¡¡Hey!!! - Le aparta la mano con su brazo. -¡Qué pretendes!- -No, no es cierto, eres tan real como yo.- confirma Orla muy segura de sí misma. La Extraña alza la mirada mientras se cruza de brazos y suelta un gruñido de desaprobación. -Dicen que eres un monstruo, pero yo ya sé que no es cierto. Orla traga saliva y pone una mirada de pena. -Necesito vuestra ayuda. La Cielnol se queda sorprendida y se encoge de hombros muy extrañada. - ¿QUE?... Tía, siento decepcionarte. Pero.. Orla rápidamente pone las manos en los hombros a la extraña, la zarandea levemente y con los ojos muy abiertos clava su triste mirada en ella. -Te lo suplico. Mi nieta fue secuestrada en su bautizo por los elfos oscuros. La quieren convertir en un arma de guerra. Por favor, por favor, ¡¡¡te lo suplico!!!- expresa Orla con rapidez. La extraña aparta empujando a Orla con sus dos brazos, Orla retrocede 3 pasos consiguiendo mantener el equilibrio. -Desgracias ocurren todos los días, en todas partes, a todas horas- dice la cielnol mosqueada. -No estoy aquí por comodidad ¿vale ?, y tampoco me gusta hacerme la heroína. -Por favor haré lo que sea, cualquier cosa, puedo darte el antiguo castro de mi padre, está más oculto y es mucho más confortable que esto.- comenta Orla desesperada. La Cielnol empieza a moverse algo nerviosa, se percata de ello, cierra los ojos y respira hondo. Un silencio incomodo reina por unos segundos, hasta que la Cielnol expulsa el aire tranquilamente y abre los ojos. -No, no hay nada que poseas tú que yo quiera.- responde serenamente. -Vuelve a tu hogar y jamas hables de mí, no quiero volver a confiar en nadie.- Orla traga un poco de saliva. - Por favor.... - dice con voz quebradiza mientras abre los ojos muy apenada. Junta sus manos y se pone de rodillas suplicando a la Cielnol casi rompiendo a llorar. -Van a convertirla en... un acólito oscuro... ella y muchos más niños inocentes secuestrados... ayúdalos.... Agacha la cabeza escondiendo sus lágrimas.- Por favor... - La Cielnol pasa andando por el lateral de Orla. Orla alza levemente la mirada con atisbo de duda. La Cielnol pone su mano derecha en la puerta. -Debes irte.- dice seriamente con el ceño algo fruncido. Abre la puerta, y se percata de que esta anocheciendo. La Cielnol hace una extraña mueca de enfado y luego de cansancio. -Mierda…- Orla se levanta lentamente muy entristecida. La Cielnol mira a Orla. -Tu pueblo está a 10 kilómetros de aquí. Dudo mucho que llegues de una pieza por estos bosques y no pienso acompañarte.- le dice con un tono más amigable. Cierra la puerta y se gira hacia Orla. -Dormirás aquí. Nada mas salga el sol, te largas y no vuelvas aquí, porque lo encontrarás deshabitado. Orla se aproxima a la puerta con los ojos llorosos y la mirada cansada. La Cielnol extrañada levanta una ceja y se cruza de brazos mientras observa como Orla se pone al lado de la puerta con la mirada perdida. Orla abre la puerta y sale fuera de la cueva, ésta mira a la Cielnol a los ojos. -Mi familia lo es todo para mi.... - dice Orla con una voz cansada y quebradiza. Mira hacia el camino. -Siento haberte molestado. Enciende su quinqué y se va a paso ligero de allí. - ¡Espera, es pelig... ! - intenta advertirle pero no termina sus palabras. Hace un chasquido con la boca. - Ella sabrá… Mira hacia su alrededor y cierra la puerta. Entonces la Cielnol se queda unos segundos en frente de la puerta y empieza a sentir remordimientos. Da unos pasos atrás y se lleva las manos a la cabeza. -¡NO! Siempre va a ver desgracias, unas leves y otras graves, no es mi problema. Suelta un fuerte soplido mientras baja sus brazos. Se va hacia la mesa y se sienta en el taburete, se acomoda y después de darle vueltas al asunto durante unos segundos, mira por debajo de la mesa, saca un libro de título: Las grandes aberraciones élficas, escrito por Gol' helis. Se incorpora y pone el libro encima de la mesa. Está algo nerviosa -A ver, que cojones era un acólito oscuro - dice para sí misma. Abre el libro y empieza a ojearlo calmadamente. -..................................... demonio Aagon, no.... pfff ..... esto parece una fantasía sexual de algún gilipollas... a ja,..... no, es oscuro, no de la corte de sangre..... espera... si es Elfo oscuro, estará en su idioma... no en común... ¿Vasphir igneras?... no, eso es elfo de hielo... ¿vasbo?... no, eso es alto elfo... no, me lo acabo de inventar.. joder putos dialectos....- la cielnol Empieza a enfadarse. -¿Por qué cojones no unificaron su puto idioma y lo pusieron todo en Sylvano? al menos es más fácil ....... Dúr... Dúr edhel...- Se queda unos segundos pensativa. -¡¡Durkk Osckkur!! ¡¡JODER !! las putas k de mierda- Empiezan a pasar las páginas rápidamente. - Osckkur es oscuro y acólito era.... Dafakke- Una leve mueca de felicidad inunda a la Cielnol por unos segundos. -¡Lo tengo !- Empieza a leer detenidamente a su manera usando su dedo índice como guía. -Un acólito oscuro es un gilipollas que abraza a la diosa de la oscuridad bla bla bla. Sus principales motivos son un montón de cosas de fanático religioso.... preparación de flagelación de dolor para… esto serían para los que guían a los demás acólitos porque... - Cambia su tono al leer el siguiente párrafo a uno más serio. -¿Cómo?- Empieza a ponerse algo nerviosa mientras sigue leyendo. -....la gran mayoría de ellos tienen una preparación principal para ser guía pero a la gran mayoría ..... les extirpan los ojos para no caer en la luminiscencia....un montón de runas elficas escritas alrededor de su cuerpo grabadas en su piel... cambiar los órganos innecesarios por cristales para así canalizar el maná y.... y absorber las almas del enemigo, para así ser ¿bombas andantes? y… y... - la cielnol Cierra el libro con la mirada perdida y empieza a respirar fuertemente. -Joder..... ¿¿esto lo hacen con infantes…??. El remordimiento le empieza a surgir de nuevo. - Mierda...maldita curiosidad... - Se empieza a rascar la cabeza e intenta autoconvencerse. -No.. no es mi problema... yo ya he sufrido mucho y no quiero tener más enemigos..... Silvia... controlate... - Se inclina hacia atrás, alza su cabeza cerrando sus ojos dejando sus manos en la mesa. Respira hondo. -.... calma... - Expira. -... - Respira hondo. -.... - Expira. - ... - Escucha un leve aullido de lobo, Silvia levanta sus orejas y abre los ojos rápidamente, mira hacia la puerta. - ¡¡¡¡MIERDA, ORLA !!!!-. Se levanta del taburete, coge un trapo enrollado en un palo y con un yesquero le prende fuego. Agarra el cuchillo y sale disparada de la cueva en busca del rastro de Orla con una velocidad de vértigo. Nos encontramos en la espesura del bosque. Orla se encuentra rodeada de una manada de lobos grises hambrientos. Poco a poco la van arrinconando. Grita desesperadamente ayuda y hostiga a los lobos con su lámpara para que no se acerquen. La desesperación y el miedo la inundan, suelta su lámpara y escala el gran pino que tiene al lado. Uno de los lobos se lanza a morderla y se engancha en su capa. Orla empieza a ahogarse durante unos segundos, reacciona y se quita el broche escondido que sujetaba su capa, haciendo que el lobo caiga de espaldas a dos metros de altura. Sube un poco más y se queda abrazada al tronco del árbol. Grita auxilio con todas sus fuerzas. Uno de los lobos más jóvenes ataca a la capa, mientras el resto de la manada rodea el árbol y da brincos intentando llegar a donde está Orla. Pasan unos minutos largos hasta que se escucha la voz de Silvia a lo lejos. Orla alza su cabeza con gran esperanza. De repente Silvia sale de la espesura velozmente con un salto, cargando con sus patas hacia uno de los Lobos, golpeándolo poderosamente y haciéndolo volar por los aires durante unos segundos. El resto de la manada se sorprende. Y contraataca. Silvia mantiene a raya a los lobos con su antorcha, se defiende coceando y dando poderosas patadas, que matan a dos de los lobos. En el fervor del combate, uno de los lobos salta a la yugular de Silvia, mientras otro se lanza a sus piernas por detrás. Esta consigue golpear al primero con la antorcha, pero el segundo le muerde su pata y tira. Haciéndola caer. Lo que queda de la manada no pierde ningún segundo. Se lanzan al ataque por todos los lados. Orla observa aterrada desde el pino y empieza a buscar en sus bolsillos algo para arrojar. Empieza a lanzar monedas de cobre y algunas piedras pequeñas de cuarzo contra los lobos. Silvia lucha en el suelo, apuñala, golpea, patea con todas sus fuerzas. Entonces dos de los lobos le arrancan con gran saña su brazo izquierdo. Silvia suelta entre lágrimas un alarido de dolor. -¡NOOO!- grita Orla muy fuertemente. Empieza a bajar cuidadosamente por el tronco del pino. Silvia sigue luchando con todas sus fuerzas, consigue ponerse en pie, agarra a uno de los lobos más jóvenes por la cola, y lo estampa contra otro lobo. Orla llega al suelo y empieza a buscar alguna piedra para arrojar. Pero se da cuenta de que el lobo joven que se ensañó con su capa está a escasos metros de ella. El lobo se relame y salta contra ella, Orla se agacha todo lo que puede. El lobo se golpea contra el tronco del pino, y queda confundido por el golpe, Orla no pierde el tiempo y le sacude una poderosa patada en los testículos. Este da un gran alarido y escapa hacia la frondosidad con la cola entre las piernas. Orla vuelve a lo que estaba haciendo, encuentra algunas piedras y las lanza contra los lobos que atacan a Silvia. Dando a alguno. Silvia sigue peleando con todas sus fuerzas y termina corneando a uno de los lobos. Los lobos empiezan a retirarse. Cinco de ellos yacen muertos. Orla se acerca a Silvia y se asusta al ver el estado de su cuerpo; Moretones, mordidas y arañazos, además de la amputación de su brazo. -Hay dioses, no se como puedes sostenerte en pie - dice Orla alterada. -Je, he salido de situaciones peores.- dice Silvia fatigada - Dime, ¿sabes hacer un torniquete?- -No, no sé.- dice Orla extrañada. Silvia se pone la antorcha en la boca y con su mano derecha se arranca una gran tira de sus pantalones. Ata por encima de la amputación haciendo un nudo. Le enseña a Orla la punta de la tira. Orla coge la tira y Silvia le indica que estire, aprietan lo suficiente y el brazo deja de sangrar. -No hacía falta que te rompieras el pantalón, tenía por allá mi capa. Podríamos haberla usado. Silvia se agacha para coger una rama con su dedo meñique. - Algo tarde la verdad.- contesta Silvia. Y se incorpora de nuevo. -En fin, aquí viene la parte más divertida. Se pone la rama en la boca mientras Orla se queda expectante y extrañada. Acerca la antorcha a su amputación y quema la herida. Se le caen unas lágrimas de dolor mientras aprieta los dientes fuertemente, haciendo que la rama se resquebraje. Cuando ve que la herida está sellada, Silvia escupe la rama y da una bocanada. -*Suelta un chascarrillo*. Ahora solo falta esperar a que vuelva a crecer.- -Eso es imposible.- dice Orla muy extrañada y algo alterada. -No espero que lo entiendas.- responde Silvia. -Cambiando de tema.- Mira a Orla a los ojos. -¿Cómo es tu nieta ? -Ella Es una niña de 2 años. Se llama Eire. Tiene el cabello rojizo y largo como mi hija Lyta. Ojos verdes, orejas muy redondas y grandes con una mancha blanca en forma de lágrima en su frente como su padre. Es bastante alta para su edad y… adora las adivinanzas- comenta Orla con un atisbo de esperanza. -Perfecto, es un detalle muy importante el de la frente.- dice Silvia -Te sugiero, para no tener otro desafortunado encuentro, recoge tu lámpara, ve a mi cueva, tienes comida para un mes. Está toda en cestas. Pasa la noche y cuando amanezca vuelves a tu pueblo.- *Traga saliva*. -¿Sabes dónde se la llevaron?. -Se la llevaron a su campamento base, cerca de las montañas den Oilithrighy. Es la zona de esos elfos. Está a treinta kilómetros al Norte de aquí. Sabrás que estás allí cuando veas una monstruosa torre negra.- responde Orla muy convencida. -Típico de los putos puntiagudos edgis de mierda- dice Silvia no muy sorprendida. Silvia mira a la luna. -El Norte está…- Gira sobre ella misma. -... Allá - Señala una dirección. -Vale. Nos vemos en unos días. Se va hacia ese camino. -¡¡Espera ,espera!!- dice Orla sorprendida. -¿Podrías decirme al menos tu nombre?- Silvia mira hacia atrás con una ceja levantada, la cara de pasividad absoluta y con tono profundo le responde a Orla. -Silvia... bosque tenebroso… - Vuelve a mirar hacia delante y sigue su camino. Orla hace caso a Silvia y se va a la cueva. Al día siguiente por el mediodía, y teniendo sus heridas curadas y el brazo regenerado, Silvia llega a su destino. Una monstruosa torre de piedra negra se alza hasta las nubes desde el campamento elfo oscuro. Observa prudentemente desde un matorral lo que sucede en el campamento. Está rodeado de grandes murallas de madera. Alrededor hay muchos árboles talados y tierra muerta. Silvia cuchichea con ella misma. -Veamos.... ¿Tenemos un plan? *se queda pensativa* .... más o menos.... debería de ser creíble ... no deben desconfiar. Respira hondo y expira. - Vamos con todas.- Silvia recorre unos pasos por la tierra muerta y unos vigías la interceptan. Con prudencia suelta el cuchillo que llevaba en su cinturón al suelo y les dice en su idioma élfico que quiere unirse a su causa, mientras pone las manos en alto. Los vigías se extrañan, pero la escoltan dentro de su campamento. Al cabo de unos segundos entran a una de las tiendas de campaña que hay alrededor de la torre. La entrada es bastante grande, las paredes tienen varios patrones y símbolos elfos oscuros. Los colores son morados y negros. Nada más entrar, un potente olor a incienso amargo inunda las fosas nasales de Silvia. Hay dos braseros negros con unas grandes llamas moradas a cada lado de la entrada, una larga alfombra negra recorre unos metros hasta llegar a una mesa ornamentada de metal negro. Encima de ella se acumulan decenas de libros y pergaminos junto a dos velas de cera morada. Detrás hay un elfo oscuro sentado en una silla ornamentada con tapizado morado acuñando una carta con su puño. El elfo se percata de su presencia y alza su mirada discretamente. Uno de los vigías se adelanta hasta la mesa y le dice algo al oído del elfo que está sentado. El elfo oscuro se levanta de su silla y camina lentamente hacia silvia con una ceja arqueada. Es alguien bastante viejo de tonalidad no muy oscura. Lo que más destaca de su cara es que en su parte izquierda le falta su oreja y parte de ella está está demacrada con muchas cicatrices y marcas de corrosión. Su ojo derecho es de color azul oscuro y el izquierdo es completamente gris, pelo blanco y barbilla picuda. Viste unas togas de tela gruesa con hombreras. El ropaje es lujoso, de color morado y azul, con bordados de plata y oro. Hay una runa en su pecho. Y sus zapatos son de cuero granate con cordones de plata. El elfo mira a Silvia por un lado y otro mientras la rodea. -Me llamo Elbe, capitán del séptimo regimiento de magos oscuros.- dice con autoridad. Éste cruza sus brazos. -Me dicen que quieres unirte a nuestra causa. ¿Por que una Cielnol como tú querría unirse a la Cruzada oscura?. ¿Qué tan mal os han tratado las altas cortes?. -Quiero convertirme en una acólita oscura- dice Silvia con un tono serio y sin perder el contacto ocular. -Y servir a la gran Norade’l- Ésta cruza sus brazos. -Mi raza me odia, y yo, a ellos más. Quiero exterminarlos a todos, incluido a la alta escoria.- Elbe mira algo convencido y deja de cruzar sus brazos. -Suena bastante convincente- Elbe se encorva un poco invadiendo el espacio de Silvia. -Pero.... ¿porque los odias?. No es un comportamiento normal entre Cielnols… Silvia responde con un tono pasivo agresivo. -Me llamo Caeti de los bajos fiordos - Ésta deja de cruzar sus brazos y se acerca prudente a la cara de Elbe. Se toca un cuerno. -Soy una Cielnol de cola blanca. Las hembras no tenemos cornamenta. Pero por azares del destino, las desgraciadas que nacen con ellas se las considera lo peor del mundo. Son marginadas hasta la saciedad. Me han hecho la vida imposible. He perdido a todas las personas que había querido y amado.- Se acerca más a Elbe y baja un poco su tono. -Solo siento odio Elbe... un odio enorme. - Elbe se incorpora y se toca la barbilla, pensativo, mientras mira con curiosidad el cuerpo de Silvia. Unos segundos después vuelve a mirarla a los ojos. -Suena convincente- dice Elbe seriamente. -Aunque se me hace extraño que alguien tan joven o que parece tan joven quiera convertirse en acolito por elección prop.... Silvia irrumpe alzando su voz, hablando en elfo oscuro. - ¡¡¡Oscuridad, yo soy tu carcasa, ven a mi tu sierva penitente!!! - Pone su dedo meñique en forma de gancho y se saca su ojo derecho sin pensarlo. Después de arrancar los nervios lo lanza contra uno de los braseros llameantes. Los elfos se sorprenden mucho al ver eso. Silvia prosigue hablando en elfo oscuro. -Quiero sentir el abrazo de Norade’l. Que mi odio e ira se convier... - Elbe irrumpe y la coge de la mano muy sorprendido. -¡ESPERA! Realmente no esperaba ni siquiera que se diera esta situación. - ¿Aún sigues sin creer que adore a la gran diosa?-, le recrimina Silvia alterada. - Sueño con escuchar los gritos agónicos de mis enemigos cuando yo me abalance contra ellos y encontrar el dulce abrazo de Norade’l en mi camino. Elbe suelta la mano de Silvia. -De acuerdo siéntate, tengo que contarte muchas cosas- dice Elbe con un tono más familiar. Mira a sus vigías. -Vosotros traed unas vendas, hay que tapar su herida, muerta no nos sirve. Y así Silvia empezó su Flagelación oscura. Tenía que hacer una serie de pruebas muy dolorosas para su cuerpo y mente, pero no flaqueó ni se echó a atrás. Le asignaron un dormitorio tres días después en la gran torre. Era un orgullo para cualquiera pisar esos pasillos. Además de ganarse la confianza de los elfos, también consiguió dibujar planos del campamento y memorizar el tiempo de los vigilantes. Al pasar dos semanas y terminar su flagelación, Elbe la ordenó llamar a los pisos inferiores de la torre. Entraron en un pasillo bastante largo y estrecho. Todo era de piedra excepto el suelo, de madera de roble oscuro, y las antorchas, que son de hierro. Está muy poco iluminado. Silvia lleva unas cuantas tiras de papel colgando de su cornamenta hasta sus orejas con rezos a Norade’l. Usa un parche de cuero negro en el ojo que se arrancó. Viste una túnica de tela fina, negra como el carbón, junto a unos pantalones de cuero muy ajustados. Elbe la trae hasta un ventanuco. Desde ahí Silvia se inclina levemente y empieza a observar lo que sucede abajo. Ve un salón bastante extenso. Se puede observar que hay una enorme puerta doble cerrada y al menos unos cincuenta niños Cielnols entre seis meses y siete años deambulando o sentados por el suelo. Están bastante aterrados y no se escucha nada. Algunos de ellos tienen moretones o marcas en los brazos y la cara. -Una guardería de lo más selecta. Dudo mucho que sus padres los dejaran aquí de manera aceptable..- comenta Silvia sarcásticamente -Y deduces bien Caeli…- responde Elbe con tono familiar. -Caeti…- corrige Silvia seriamente. Elbe se aclara la garganta. -Caeti… - -Estos cachorros están aquí para convertirse en lo mismo que tú.- Bueno... no exactamente- Silvia gira su cabeza enfadada y mira a Elbe a los ojos. -¿A qué te refieres?- comenta de forma pasivo agresiva. Elbe le responde sin perder la compostura. -Quiero que tú seas la guía.... Jamás he conocido a alguien que adore también a Norade’l como nosotros. Tú eres la indicada. -Elbe, si hay algo que también detesto en este mundo son los mocosos.- responde Silvia muy seria. -Lloran, ríen, se pegan entre ellos. Son un incordio indisciplinado, necesitan la disciplina de la gran madre. Te seré sincera, me agrada la idea de ver cómo se lanzan contra sus progenitores.- dice Silvia con un tono perverso - Me deleitare con los gritos- Mira a Elbe con cara de psicópata y una sonrisa de loca durante unos segundos. Un sudor frío recorre la nuca de Elbe, e intenta no apartar la mirada por respeto. Silvia vuelve a poner su cara tranquila de siempre. -Pero.... haré lo que me susurre la gran diosa Norade’l.- dice Silvia con un tono tranquilo. - Me voy a mi dormitorio a meditar. Bajo ningún concepto quiero que me molestéis de lo que queda de este inmundo día y bella noche. Silvia abre bien el ojo de nuevo -¿De… acuerdo…?- -Entiendo, le diré a Lhosi que no te moleste y al guardia que se vaya de tu puerta- responde Elbe. -Que así sea- dice Silvia. Vuelve a mirar por el ventanuco y empieza a buscar con la mirada a la nieta de Orla. -Primero... iré a por el relicario de meditación. - ...luego me encerraré en mi habitación. Quiero sentir… Lo más fuerte posible el abrazo de la gran madre. Encuentra a la pequeña Eire sin dificultad. Se le ve bastante aterrada. Entonces vuelve a mirar a Elbe. esta Se percata de que se quita su anillo y se lo entrega a ella. -Esta semana va a ser algo ajetreada. Tengo que negociar con unos Condotieros Fontozzio Anima. A ver si conseguimos frenar el avance de la horda helada- comenta Elbe. -Abre tú la puerta que guarda el relicario; ya me lo devolverás mañana. -Así se hará- dice Silvia. Esta se pone firme y habla en elfo oscuro. -Suerte y oscuridad con las negociaciones.- Después de decir eso Silvia sigue su camino. Silvia se encuentra en su habitación. Ha pasado un rato largo desde esa charla y tiene una cosa que no esperaba tener, eso va a hacer su plan más fácil. Está repasando el plan que lleva días en su cabeza. Ya que no dispone de un cadáver para fingir su propia muerte, ha esparcido un montón de cenizas en su dormitorio, poniendo su actual atuendo de acolita debajo de ellas, como si un poderoso mago la hubiera carbonizado. En el armario tiene una armadura femenina, élfica oscura, completa, pesada, junto a un pergamino de ilusión[2]. El yelmo cerrado de la armadura tiene un corte para que ella pueda sacar su morro. También acaba de crear una carta, con un sello de cera morado del anillo de Elbe. Conoce bien los edificios y se dispone a preparar la huida. Se pone la armadura completa y rompe su cornamenta, tapando sus heridas con unos papeles para que no sangre y usa el pergamino de ilusión para tapar mágicamente el hueco abierto del yelmo. Y parecer un elfo más. Silvia con paso ligero entra en el patio. Selecciona un carromato armería, hecho de acero y ébano, bastante grande y acorazado. Diez metros cuadrados en una forma romboide, con varias cajas de armas que vacía por completo. Arrea dos corceles en él y lo carga con dos cajas de pan. Intenta coger una tercera, pero es descubierta por el cocinero. Por suerte logra escaquearse sin llamar mucho la atención. Está anocheciendo, Silvia tiene el carromato listo, solo falta traer a los niños. Noquea al guardia que patrullaba el patio de una patada para así tener vía directa. Llega donde están los niños encerrados.Gracias a su labia logra hacer que uno de los guardias se vaya a descansar y le dé las llaves. Se queda durante unos minutos al lado del otro guardia. Silvia empieza a mirarlo de vez en cuando. Éste le pregunta por qué le mira tanto, a lo que Silvia le responde que parece que su yelmo está resquebrajado por la frente. El guardia se quita su yelmo y lo empieza a mirar extrañado. Silvia aprovecha que no hay nadie para darle una gran patada que lo deja inconsciente. Éste, hace un gran estruendo al caer. Agarra al guardia y hace una pequeña actuación intentando despertarlo. Por un lateral aparece una patrulla de tres guardias raudamente. Uno de ellos pregunta qué ha pasado. Silvia les responde que hace nada estaba perfecto, pero de repente ha empezado a balancearse poco a poco y se ha caído de morros contra el suelo. A los guardias les parece convincente. Se llevan a rastras al vigía noqueado a la enfermería que hay en un edificio próximo, quedando Silvia sola. Al cabo de un minuto, abre el portón y se lleva a los niños medio dormidos. Los caminos se ven despejados hasta el patio. Al llegar al carruaje, y meterlos a casi todos dentro, se percata de que el soldado que había noqueado se está despertando. Ésta Le sacude una coz y lo deja inconsciente de nuevo. Al terminar de cargar a los niños en el carromato, cierra la compuerta, se pone en la silla del piloto y conduce los caballos hacia la salida. Es detenida por los vigilantes de la puerta y le preguntan por qué sale. Les contesta que son asuntos extraoficiales y que tiene prisa. Les enseña la carta con el sello. El guardia se extraña un poco, coge la carta y mira bien el sello. Silvia se pone un poco tensa. La otra guardia empieza a olisquear, y le dice que huele a sangre. Silvia mira a la guardia y le dice que se cortó la mejilla en el entrenamiento. El otro guardia le da la carta a Silvia y le recrimina a su compañera que deje de hacer eso, que ella sea medio vampiro no significa que pueda acusar a todo el que esté sangrando de asesino. Después de esa extraña situación, le permiten salir del campamento. Abren la puerta y el carromato comienza a alejarse. De repente una gran bola brillante helada, llena de pinchos aparece en la oscuridad de los cielos desde el norte y se estrella en la torre, destruyendo la habitación donde Silvia dormía. Empiezan a sonar las campanas de alarma. -¡¡¡¡ LA ORDA HELADA NOS ATACA, A LAS ARMAS !!! - Gritan en el campamento. Empieza a verse movimiento en el campamento. Mientras Silvia se aleja hacia el sur a galope, entrando al bosque, ve como el campamento empieza a ser atacado con numerosas bolas heladas y como la gran torre se derrumba. -Jo… puto… der.... - dice Silvia sorprendida. Se quita el casco y lo tira a la tierra mientras se escucha como el hechizo de ilusión se desvanece, volviendo a la forma original del yelmo. -Esto sí que fue inesperado.- Suelta un suspiro de alivio y una mueca de felicidad. Abre la ventana del conductor del carromato, para que los niños puedan respirar tranquilos. Al cabo de unas horas empieza a amanecer. Silvia escucha como los niños se van despertando. Uno de los niños se acerca a la ventanilla y le pregunta con una voz muy temblorosa que donde están. -Estamos en camino de Osli, vais a volver con vuestros padres- dice Silvia con un tono serio. -¡Pero hey! nada de gritar de felicidad o...- Se empieza a escuchar como el niño grita a voces que van a volver con sus padres, los demás niños empiezan a gritar de alegría y algunos a llorar. Silvia pone una cara de decepción absoluta durante unos segundos, coge aire por la nariz fuertemente y Grita - ¡¡¡A VER RENACUAJOS, COMO NO OS PORTÉIS BIEN DOY MEDIA VUELTA AHORA MISMO!!!. Entonces los niños empiezan a llorar y gritar un nooo a pleno pulmón. Silvia se lleva las manos a la cabeza. -Tengo que ser más gentil o me van a poner la cabeza como una pandereta- murmura a regañadientes -¡Niños, niños!, escuchadme, vamos a ir con vuestros papás, pero necesito que no hagáis ruido en lo que queda de trayecto, ¿me lo prometéis ?- con un tono dulce algo forzado. Se escuchan varios si, algo tristes y contentos. También se escucha un llanto. -Vale, si tenéis hambre hay unas cajas con barras de pan. No seáis avaros y compartir para todos, ¿de acuerdo?- Se vuelve a escuchar un sí pero más animado y cómo se abre una caja. También se sigue escuchando el llanto. -Muy bien, en un ratito estaremos en casa, pero que alguien calme al pequeño que está llorando, ¿eh?. Se escucha como el llanto mengua. Silvia suelta un suspiro de alivio. Mira por la ventanilla y ve que unos niños la observan y otros comen. Una de las niñas está acunando al pequeño de seis meses. Prosigue su camino. Al cabo de una hora llegan a las cercanías de Osli. El carromato está a punto de ser emboscado por los altos elfos. Antes de que empeore la situación Silvia levanta las manos y grita en élfico que hay niños en el carro y que es pacífica varias veces. Después de una corta charla y explicarle la situación a los Altos elfos, Silvia le comenta al capitán que una de las niñas, con una descripción concreta, es la nieta de Orla que vive en Osli, pero que no sabe de donde son los demás. Mientras, los elfos van bajando a los niños del carruaje. El capitán le comenta que este acto de valor le traerá mucha fama. Silvia le dice que guarde su identidad bajo secreto, quiere permanecer en el anonimato. El capitán asiente, y les habla a todos sus soldados presentes de que no diga ninguna palabra sobre ella. Entonces Silvia se mete en la frondosidad de los bosques. Escucha una voz a lo lejos, es la voz de la pequeña Eire gritando ¡¡abuelita!!. Silvia se pone detrás de un árbol y ve como Orla aparece corriendo. La pequeña Eire sale corriendo también. Terminan en un inmenso abrazo. Orla mira a su alrededor con lágrimas de alegría mientras abraza fuertemente a su nieta. Se percata de que Silvia está escondida y le saluda. Entonces Silvia sonríe levemente devolviéndole el saludo, marchándose de allí. Al cabo de unos días Orla se presentó en la casa de Silvia. Lo primero que comentó extremadamente sorprendida fue que su brazo volvía a estar en su sitio, ¿como era posible?. Podría haber sido obra de la magia de sanación, pero el uso de ella dejaba secuelas y también deformaba el tejido orgánico. Entonces Silvia le abrió su corazón y le habló de su historia.era Hija de Ger’nika diosa de la guerra, tenía muchos hermanos de diferentes razas, que eran conocidos como Eternos de manera común. Tanto ella como sus hermanos eran inmortales en cuerpo y alma y tenían el poder de regenerarse. Así pues empezaron a pasar los días y Orla visitaba a Silvia varias veces al mes. Hablaban de sus cosas y poco a poco fueron creando una amistad, algo que Silvia no encontraba en lustros. Una amiga en la que confiar. Silvia le habló de por qué estaba oculta. El gran druida Hedras Manor la perseguía, quería hacerla su prisionera. Hedras, está obsesionado con ella y daba igual lo que le dijeras, era un monstruo. Orla le prometió guardar ese secreto, y así fue. Siguieron pasando los días. Así durante 6 meses. Un día el aire se tensó y el bosque se agitó. El gran druida Hedras Manor había llegado a la aldea. Un rumor había llegado a sus oídos. Sus vasallos empezaron a interrogar a los aldeanos. Orla consiguió escabullirse y llegar a la casa de Silvia. Orla entra en la cueva sin aliento y cierra la puerta, Silvia está sentada en su mesa leyendo un libro. -Vaya , hola Orla,- dice Silvia con tono amigable sonriendo. -¿Te apetece un té de Mentatruena?- Hoy has venido muy pronto. -Silvia escúchame- dice Orla muy alterada. Se pone junto a ella. -Hoy ha llegado Hedras a Osli- -¿QUE?- se altera Silvia. Cierra el libro de golpe y se levanta. -Maldita sea.... Coge una mochila que hay debajo de la mesa y le mete el libro que estaba leyendo y unos cuantos más. -Joder, Joder, Joder, anonimato y una mierda… Saca un cajón con cebollas y mete unas cuantas en la mochila -Y yo que pensaba que los Altos elfos eran de fiar…- Orla, ¿sabes alguna cosa más? - -No tengo ni idea. Se presentó hoy mismo. Nadie sabía nada, ni siquiera el alcalde.- dice Orla desesperada. -No pasa nada. Iré al norte. Por allí está la Horda helada. Dudo que se acerque el gran hijo de.... - Silvia refunfuña. Y de repente la puerta se cae. Ven a un Cielnol de gruesa y larga cornamenta con una runa Sylvana colgante en cada lado, pelo largo negro y arreglado, ojos verdes claros, pómulos robustos y morro grueso con una perilla no muy corta. Viste una larga capa marrón encima de un atuendo de druida hecho de madera, cuero, tela y hojas. Porta un gran báculo de madera que termina en espiral con varias runas Sylvanas. Orla y Silvia se quedan de piedra mirándole, es Hedras Magnor. -Toc toc, ¿se puede? - dice Hedras con su tono académico mientras sonríe. Y yo que pensaba que te escondías por los bosques de Lot'hael. Que iluso fui. Estabas aquí, en el corazón de nuestra gente. - Como.... como me has encontrado...... - Tartamudea Silvia aterrada. Se acerca a Silvia poco a poco. -Verás mi pequeña bestia. Escuché sobre una gran proeza mientras celebrábamos una victoria en la capital de los Drakos.- comenta Hedras. -Pregunté quién fue ese gran héroe... ¿Su respuesta?, un anónimo.- Suelta un chasquido. -Realmente no me creía lo que estaba escuchando. Así que insistí, una y otra vez. Empecé a investigar. Te puedo confirmar que los Altos elfos guardaron muy bien tu secreto....pero los niños que salvaste..... te adoran.- Je, je, je, qué inesperado, ¿no? - Mira a Orla. -Por cierto, gracias Orla. De no ser por ti jamas habría encontrado esta preciosa cueva. Hedras vuelve a mirar a Silvia. -¿Para qué están los amigos si no, Silvia?- -Capullo… tu, siempre siendo un perro de mal agüero- le dice Silvia enfadada y casi sin aliento. -Silvia, yo... - dice Orla muy asustada. -Orla, esto no es culpa tuya... - irrumpe Silvia. -Ella es culpable de su confianza.- dice Hedras con tono autoritario mientras señala a Orla. -¿Qué planeas Silvia?, ¿pretendes ganarte la confianza de esta pobre gente para devorar sus almas cuando estén confiados?, o simplemente quieres corromper a esta vieja abuelita. Silvia se va encogiendo poco a poco al verse incapaz de hacer nada con la presencia dominante de Hedras. -..... eres.....un ser..... horrible- suelta Silvia entre lágrimas. Te odio..... Mira hacia otro lado. -Un monstruo como tú no debería de ver la luz del sol. - Bien- dice Hedras, - podemos hacer esto de dos formas.…, ¿cual escoges?- Silvia levanta sus manos en señal de rendición. -No quiero problemas - confirma Silvia. -Esta vez no - dice cerrando los ojos. Los Vasallos de Hedras, que estaban a su espalda, entran a la cueva y se llevan a Silvia esposada. Orla se queda perpleja y se pregunta mentalmente, ¿cómo es que no ha hecho nada para escapar?. Hedras mira a Orla. -Bien, Señorita- comenta Hedras muy sonriente. -En lo que a mi respecta, eres una heroína, has ayudado a tu pueblo a atrapar a un terrible monstruo. -¡NO!- interrumpe Orla enfadada. -¡Ella no es ningún monstruo! -Hay... Orla, Orla, Orla,- titubea Hedras. -Escoge…, ser una heroína o que tu nieta vuelva a desaparecer, junto a tu hija y.... ese señor tan majo que vive contigo. ¿Bricio es su nombre?. Orla cierra la boca muy asustada. Pasan unos silenciosos e incómodos segundos. -Ya me parecía- Comenta con vacile Hedras. -Disfruta de la fama. Je je je. Después de decir eso, Hedras se marcha de la cueva. Orla empieza a derrumbarse, hasta que se cae al suelo, se encoge y empieza a llorar poniéndose las manos en los ojos. La frustración e impotencia recorren su cuerpo. Nunca se perdonó aquello. Silvia estuvo prisionera durante 30 años en la torre druídica de O'lettra, soportando los tormentos, humillaciones y torturas por parte de Hedras. Hedras le decía o hacía cosas sin sentido. No entendía. ¿Qué quería hacer su captor?. ¿Quería romperla mentalmente?. ¿Violarla?. ¿Convertirla en una aliada?. Lo único que entendía era que estaba obsesionado. Un día, una misteriosa joven Cielnol tapada completamente con ropajes negros, se coló en la torre por las sombras sin ser vista. Entró en los calabozos sobre la hora de comer sin ser detectada y liberó a Silvia. Ese día también hubo otro gran problema en la torre. Al parecer alguien esparció una especia llamada Essina, que sabe como el orégano pero tiene un gran poder laxante. Las dos Cielnols salieron de allí. En los suburbios de la ciudad, la joven Cielnol, mientras se cambiaba de ropa, le dijo una adivinanza. -En tierra nací y en el mar moriré, mi esqueleto de pino es, ni de día ni de noche mis tres velas pueden alumbrar, las olas se parten a mi pasar y el fuego es mi mayor rival. ¿Que soy?. Mientras piensa Silvia, se percata de algo. Su salvadora era la nieta de Orla. Eire se había convertido en una mujer muy hermosa. Seguía teniendo su característica marca blanca en la frente, su cabello rojizo y largo era aún más intenso, sus ojos verdes también lo eran, sus orejas seguían siendo redondas pero ya no tan grandes, su morro era muy respingón. Se está poniendo una camisa verde, encima de ella un corset Sylvano marrón y por último un pantalón ancho verde. -Una…. ¿Pinaza ?- responde Silvia. -¿Y por qué es ese barco en concreto?- le comenta Eire. -Porqué está hecho totalmente de Pino- vuelve a responder Silvia. -Exacto, pero también porque va a ser nuestro billete de huida- dice muy animada Eire. -Zarpará a medianoche. Toca colarse y… bueno, disfrutar de las vistas marítimas mientras llegamos a nuestro destino. Ella quiere verte… -... Orla…- dice sorprendida Silvia Al cabo de unos minutos, abandonan los suburbios. Entonces al anochecer entran al puerto mercante y se cuelan en el barco rumbo a Noblion. Llegaron a Osli en un par de días. Son las 10 pm, es una fresca noche de verano. El viento susurra levemente y se escucha a un par de niños jugar a lo lejos. El sol se ha escondido prácticamente. Eire acompaña a Silvia a un Castro. Se observa por la ventana que está bastante bien iluminado. Se ve que hay muchas personas dentro. Silvia entra primero por la puerta. Un ambiente de tristeza inunda la casa. Se puede ver una gran manta con varios patrones de tela negra y verde, tendida, como una cortina interior mediante los cimientos de madera. A su derecha observa una cocina con varios utensilios con mucho polvo y un cesto de paja con madera y telarañas. Silvia se para unos segundos frente a la tela, observa las siluetas que se reflejan a contraluz. Entonces con cuidado, Silvia corre el manto hacia un lado y avanza. Al entrar ve por su izquierda a un grupo de 8 personas que empiezan a mirarla muy sorprendidos. A la izquierda del todo hay un Cielnol de cola negra, cornamenta pequeña y algo mayor de edad sentado en un taburete. Su constitución es flaca, una de sus piernas ha sido sustituida por una pata de palo y su pezuña es gruesa. Tiene varias cicatrices alrededor de su cuerpo y brazos bastante antiguos. Viste un pantalón corto y una camisa simple de lino. Su pelo es canoso y corto, cejas grandes, ojos marrones, orejas pequeñas, morro pronunciado. Su cara está llena de arrugas, y tiene una marca en forma de lágrima blanca en la frente. A su lado también sentada, y dándole la mano, hay una Cielnol de cola blanca. De constitución atlética, patas en forma, grandes y pronunciados senos. Fuertes muslos, caderas y glúteos. Viste un vestido marrón tradicional Cielnico. No lleva ningún tipo de maquillaje. Tiene los ojos muy enrojecidos, morro fino, labios carnosos, orejas redondas y largas, ojos verdes, cejas finas, pelo rojo largo y brillante, tiene muy pocas arrugas. Detrás de ella se asoma un pequeño niño Cielnol, algo corpulento, de entre 7 y 9 años, pelo corto y rojo, ojos marrones, pequeñas orejas y cornamenta en proceso de crecimiento. Seguido de una viejecita Cielnol de cola negra muy bajita. Constitución flaca y pecho pequeño, está encorvada. Sus ojos no se aprecian muy bien ya que los tiene muy cerrados, orejas caídas, pelo completamente blanco y con trenzas. Su morro tiene una pequeña herida cicatrizada en el labio. Usa unas gafas de lectura cuadradas unidas por una pequeña cuerda alrededor de su nuca. Uno de sus cristales está dañado. Viste una camisa manga ancha de lino blanca, cinturón de cuero y una falda corta marrón. Detrás de ella se puede ver a Bricio, muy envejecido, con un atuendo completamente marrón. A su derecha en pie hay una Cielnol de cola blanca algo mayor. De constitución flaca y estirada, su maquillaje se ha corrido alrededor de su cara por las lágrimas, cabello rojizo oscuro algo canoso, muy arreglado. Viste un atuendo Silvano. Detrás de ella hay un Cielnol macho de constitución grande con ropajes de leñador. En el centro hay una mesa con un montón de objetos, libros, ilustraciones y algunas flores. En la otra esquina se puede observar una gran cama, en ella yace Orla muy cansada. Su pelo rojizo se ha convertido totalmente blanco, sus ojos se han vuelto algo blanquecinos y su cara está llena de arrugas. Sus orejas están muy caídas. Viste una camisa verde y está tapada por una sábana gris. Parpadea un par de veces mientras mira. Alza su mirada lentamente. -Silvia.... - dice Orla con una sonrisa cansada. -Mírate...... sigues igual que siempre. -Por los dioses, no mentía - dice con sorpresa la tía Esas mientras se limpia el maquillaje corrido. -¿De verdad eres una Cielnol con cuernos?- pregunta el pequeño Íñigo con curiosidad. -Si, lo soy- dice Silvia con un tono familiar mirando a Íñigo. Silvia vuelve a mirar a Orla. -Orla, yo siempre seré la presa de ese ser tarde o temprano. ¿Por qué me has traído aquí?, no es prudente. -Silvia, fue mi culpa- dice muy entristecida Orla. -Ese día no debería de haber ido, nunca me lo perdoné. Pero verte aquí... en mi lecho de muerte, me llena de alegría- Orla sonríe. -Cada sexto día de la semana, junto a Eire, iba a ver que tu cueva y tus libros estuvieran en perfectas condiciones. Solo quería decirte un último gracias... Silvia mantiene la compostura. Se acerca a Orla y se sienta a su lado, la coge de la mano y le da un pequeño abrazo. -¿Aunque nunca te lo perdonaras, pudiste vivir una vida feliz? - susurra Silvia. -Si, fue maravilloso ver crecer a Eire y Iñigo- susurra Orla. -Me alegro- susurra Silvia con la mirada llorosa. Dejan de abrazarse y Silvia vuelve a ponerse en pie. -Gracias- Dice Orla cansada.-Ahora dormiré un poco, estoy muy… muy… cansada. Silvia se despide con un breve adiós y se mete en la espesura de los árboles. Dos días después, Orla falleció de vejez con 97 años. Es enterrada en las afueras. Después de una triste y larga ceremonia de despedida en el amanecer, el túmulo de piedra permanece en silencio con un ramo de flores. Silvia emerge desde el bosque. Se queda en silencio durante unos minutos mirando la lápida. -Yo siempre te recordaré, Orla- dice entre pequeñas lágrimas. Al cabo de unos minutos Silvia abandona el túmulo dejando una piedra de cuarzo con forma de flor en él. FIN Gracias a amigos y familiares https://twitter.com/destruteka Relatos cortos de Pdcs: La vieja Cielnol by destruteka. Página ________________ [1] Los antiguos son los animales de donde evolucionaron. Ej: los antiguos de los Humanos son los primates y el de los Kasterras son los felinos. [2] Sirve para alterar visualmente la imagen o distorsionar la percepción de algo.