Tu fin Son hilos negros que se escurren entre la mugre del suelo, Pruebas irrelevantes de una existencia tortuosa y sin fin, Fluyen con abundancia para unirse con la tierra y descender, Alimentar las bocas de miles de huecos, entes agonizantes Amantes de los estertores y de las punzadas carnes, Animales deseosos de hundir sus dientes en la perdición: Tu piel ennegrecida y necrótica, tu sufrimiento hecho ser. Pues más allá de lo que creíste en vida, una ilusión enorme, Más allá del fraude que derramaste y la sangre que cometiste, Más allá de los vínculos que cortaste, con tu ego desenfrenado, Más allá de los cuellos que estrangulaste con enfermo placer. Te toca ahora abrir los ojos y hundirte en la inmensidad del pozo, Callarte y observar, ser testigo mudo de las carencias del hombre, Ser víctima de la mácula más mortífera en carnes propias, Sentir los arañazos infectos en la fibra ya rasgada del alma. Mientras te retuerces espasmódica y tristemente en el suelo, Sintiendo como los ríos de la vida abandonan tu mar Y regresan arrastrándose hacia las montañas occidentales Que taparán cruelmente tus últimos rayos de esperanza Y te harán enloquecer, como obeliscos funestos y ruines Que te sentenciarán, como mereces, a la ceguera eterna, Pues luego de que la tierra te reclame y te encierre Te tocará ser testigo de la justicia voraz de la naturaleza, Dulce recordatorio de la fragilidad humana.